UN LLAMADO AL DISCERNIMIENTO: HEREJÍAS DESDE EL PÙLPITO
La Biblia frecuentemente hace referencia a falsas enseñanzas, en un
contexto contrarrestado de herejías. El Antiguo Testamento contiene
advertencias solemnes contra cualquiera que profetiza o proclama enseñanzas en
el nombre de cualquier dios que no sea el SEÑOR (Deuteronomio 13:1-5; 18:20-22).
Este es el contexto actual en el cual las enseñanzas del Antiguo Testamento,
sobre herejías, están encuadradas. En el Nuevo Testamento encontramos
advertencias sobre falsos profetas (Mt. 24:11,24; 2 P. 2:1) — esto es, aquellos
que hacen predicciones en el nombre de Dios y cuyos anuncios resultan ser
falsos (cf. Dt. 18:22). También existe un aviso sobre los falsos apóstoles (2
Co. 11:13). Vemos también advertencias sobre aquellos que proclaman ser el
Cristo o que Cristo ha venido o que el día del Señor ya ha llegado, o que la
resurrección ya ha ocurrido — cuando en realidad todos estos eventos serán tan
obvios y notables que nadie los podrá pasar por alto (Mt. 24:5, 23-27; 2 Ts.
2:1-2; 2 Ti. 2:16-18). Existe también en la Biblia un aviso contra aquellos que
predican a otro Jesús y otro evangelio o quienes promueven otro espíritu y no
el Espíritu de Dios (1 Co. 15:3-5; 2 Co. 11:4; Gá. 1:6-9). La enseñanza de que
la circuncisión y el guardar la ley son necesarias para la salvación es
condenada (Gá. 5:2-4; Fil. 3:2). Por otro lado, la doctrina de que la libertad
en Cristo nos da una excusa para el libertinaje también es condenada (Judas 4).
El rechazo de la venida de Jesucristo en la carne es considerada como
proveniente del espíritu del anticristo (1 Jn. 4:1-6). Hay prevenciones sobre
gente que causa disensiones al enseñar doctrina opuesta a lo que los cristianos
ya sabemos que es verdad (Ro. 16:17; Tit. 3:10-11). Somos además advertidos
sobre los que dicen amar a Dios pero no aman al pueblo de Dios (1 Jn. 4:20;
5:1) y quienes deliberadamente se separan de la iglesia por causa de doctrina
pervertida (1 Jn. 2:19). Finalmente tenemos las advertencias contra el agregar
o quitar palabras de la Escritura profética (Ap. 22:18-19) y el tergiversar las
Escrituras (2 P. 3:16). Habiendo observado estas advertencias de la Escritura
podemos clasificar las herejías en seis categorías mayores: 1) Herejías sobre
revelación —doctrinas que distorsionan, niegan o agregan a la Escritura en una
forma que llevan a las personas a la destrucción; incluye falsos reclamos sobre
autoridad apostólica o profética. 2) Herejías acerca de Dios — enseñanzas
que promueven falsos dioses o distorsiones idólatras del verdadero Dios. 3)
Herejías acerca de Cristo —rechazo de su absoluto Señorío, su genuina humanidad
y divinidad y su verdadera identidad. 4) Herejías sobre la salvación —enseñar
legalismo, méritos para ganarse la gracia y libertinaje; negar la verdad de la
muerte y resurrección de Cristo y asuntos similares. 5) Herejías acerca de
la iglesia —intentos deliberados de alejar a la gente del compañerismo con
cristianos verdaderos; rechazo radical de la iglesia. 6) Herejías sobre el
futuro —falsas predicciones supuestamente basadas en autoridad divina; reclamos
que el retorno de Cristo ya ha ocurrido y cosas por el estilo. Nótese que
errores en una de estas seis categorías tienden a introducir errores en las
otras cinco. Tomemos por ejemplo, la perspectiva hereje en muchos grupos de que
la iglesia apostató en los primeros siglos y por lo tanto debe ser “restaurada”
en los últimos días. La doctrina implica (1) que la Escritura no es una
revelación suficiente sino que necesita la enseñanza suplementaria o
“explicatoria” de algún maestro o publicación con autoridad. Esto casi siempre
sirve como base para rechazar el concepto que tenía la Iglesia primitiva sobre
(2) Dios y (3) Cristo. Además, como la Reforma es considerada insuficiente y no
constituye la tan necesitada restauración (4), la doctrina de la salvación por
gracia por medio de la fe es también rechazada. La doctrina de la restauración
toma entonces predominancia sobre la apreciación del grupo sobre el futuro (6),
el cual requiere que se entienda la mayoría de las profecías bíblicas sobre el
futuro como que se cumplen en su propio grupo. Por lo ya visto,
encontramos que un error en cualquier área de doctrina puede afectar todas las
otras áreas. Por lo tanto, no obstante, las herejías tienden a caer
directamente dentro de una o más de las seis categorías mayores ya citadas; las
herejías pueden en verdad ocurrir en cualquier tema doctrinal. Por ejemplo, si
alguien enseña que los ángeles deben ser adorados, enseña una perspectiva
herética (Col. 2:18) aunque esté enseñando el tema de los ángeles. Esto es
porque la adoración de cualquier criatura definitivamente resta credibilidad a
cualquier confesión que dice que Dios es el único Dios. Tampoco debe
pensarse que el Nuevo Testamento nos da un catálogo completo de todas las
posibles herejías. En nuestros días hay literalmente miles de distorsiones
sutiles de la teología cristiana que merecen la etiqueta de herejías y pueden
ser identificadas como tales sin necesidad de que la Biblia las haya anticipado
e identificado como herejías. La Biblia nos enseña lo que es absolutamente
esencial, pronuncia principios de lo que es básico para la fe cristiana sana y
lo que no es esencial. Nos da una amplia variedad de ejemplos de herejías, y
espera que nosotros ejercitemos discernimiento al evaluar enseñanzas nuevas y
controversiales cuando ellas surgen. Aún más allá, debemos reconocer que a
medida que la iglesia progresa a través de la historia y profundiza su
entendimiento de la Escritura, las herejías en general se hacen más sutiles,
más disimuladas, más fácilmente confundidas con la verdad del cristianismo
auténtico. Por ejemplo, herejes modernos que rechazan el Antiguo Testamento son
raramente tan francos como el hereje del siglo segundo, Marción, quien
simplemente negaba que el Antiguo Testamento fuera Escritura en ningún sentido
(también descartó buena parte del Nuevo Testamento). En vez de esto, ellos
adoptan un método de interpretación que, aunque formalmente admiten que la
Biblia es la Palabra de Dios, en efecto hace que el Antiguo Testamento sea
invalidado para el cristiano, lo que es contrario a la clara enseñanza del
Nuevo Testamento (Ro. 15:4; 2 Ti. 3:16). En breve, herejía es cualquier
doctrina que la Biblia explícitamente cataloga de destructiva por su error
condenatorio o cualquier doctrina que la Biblia indica que no debe ser tolerada
en la iglesia o cualquier doctrina que aun sin ser mencionada por la Biblia,
contradice enteramente aquellas verdades que la Biblia declara ser esenciales
para la fe cristiana. Perspectivas aberrantes pueden ser también
clasificadas de acuerdo a las seis categorías previamente citadas. En cada
caso, la doctrina aberrante transige seriamente las enseñanzas esenciales de la
Biblia en una o más de esas seis áreas, sin negarlas radicalmente. Por ejemplo,
la práctica de especular con la fecha precisa de la venida de Cristo puede a
menudo ser una aberración muy cerca de ser herejía. La práctica es por cierto
antibíblica, y en el contexto del sistema herético doctrinal, tal
establecimiento de fechas puede en sí mismo ser considerado como herético. En
algunos casos, ciertos maestros han argumentado más modestamente diciendo que
Cristo podría retornar en cierta fecha, admitiendo que habría una posibilidad
de error, y urgiendo a la gente a intensificar la obediencia a la Palabra de
Dios. Si bien esta clase de enseñanza debe ser considerada un tanto aberrante,
ya que viola las advertencias bíblicas contra el hacer predicciones de este
tipo, no es en sí misma una enseñanza herética. Los Nueve Enemigos de la
Verdad.
1. Falso evangelio 2 Co. 11:4; Gá. 1:6-9 2. Falsas doctrinas Ro. 16:17; 1 Ti. 1:3 3. Falsos milagros Mt. 24:24; 2 Ts. 2:9 4. Falsos dioses Dt. 13:2; 2 Ts. 2:4 5. Falsos cristos Mt. 24:24; 2 Co. 11:4 6. Falsos espíritus 2 Co. 11:4; 1 Jn. 4:1-2 7. Falsos profetas Mt. 24:24; 2 P. 2:18. Falsos apóstoles 2 Co. 11:13; Ap. 2:29. Falsos maestros 1 Ti. 1:7; 2 P. 2:1
DEFENSORES DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Casa Bautista.
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