EL RASTRO DE LA SANGRE
POR
J. M. CARROLL
Traducido del Inglés
Por
JOSE M. RODRIGUEZ
PREFACIO
Es un especial privilegio para mí escribir el prefacio a
esta edición española de El Rastro de la Sangre. Este libro ha sido para mí una
real bendición y yo he distribuido muchos miles de ejemplares en inglés.
El mundo tiene una gran deuda con los Bautistas. Una deuda
que nunca podrá pagar. Los Bautistas siempre han sido los campeones de la
libertad religiosa y política. El precio que los Bautistas han pagado durante
los años desde el tiempo que Jesucristo instituyó la primera Iglesia Bautista
en Jerusalén hasta ahora, no puede ser contado en términos terrenales.
Los sacaron de sus casas, vendidos en los mercados de
esclavos, ahogados en los ríos, hervidos en aceite, quemados vivos en estacas,
perseguidos excesivamente, los Bautistas han permanecido leales y fíeles al
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. A pesar de la persecución de afuera y
los enemigos satánicos infiltrados por Satanás adentro, la vasta mayoría de los
Bautistas permanecen fieles en la posición histórica de los Bautistas. La
Biblia habla con autoridad final a los Bautistas.
Al publicar este libro, la Iglesia Bautista
Central de Little Rock, Arkansas, E.U.A., ora para que Dios bendiga a los
lectores de este libro, y que de la lectura de este libro, los creyentes hallen
fuerza y valor en estos postreros días, para vivir para Jesús. No hay mejor
libro que puede ser puesto en las manos de los nuevos cristianos, sino la
Biblia. La Iglesia Bautista Central espera que este libro sea el primero de
muchos de tales libros que viene de nuestra casa de publicaciones.
M. L. Moser, Jr., Pastor.
INTRODUCCIÓN
Por Clarence Walker
I
El Dr. J. M. Carroll, autor de este libro nació en el estado
de Arkansas, el 8 de enero de 1858, y murió en Texas, el 10 de enero de 1931.
Su padre, predicador bautista, se trasladó a Texas cuando el
hermano Carroll tenía seis años de edad; ahí se convirtió, se bautizó y fue
ordenado como ministro del Evangelio. El Dr. Carroll no sólo llegó a ser un
dirigente entre los bautistas de Texas, sino una figura descollante entre los
bautistas del Sur de los Estados Unidos y del mundo entero. Años atrás, visitó
nuestra Iglesia, donde pronunció los mensajes contenidos en este librito. Fue
entonces cuando yo me interesé sobremanera en estos estudios del hermano
Carroll, pues yo también había hecho investigaciones especiales en el campo de
la historia eclesiástica, tocante a cuál fuese la Iglesia más antigua y más parecida
a las Iglesias del Nuevo Testamento.
El propio Dr. J. W. Porter, uno de los asistentes a estas
disertaciones, quedó tan profundamente impresionado, que le dijo al Dr. Carroll
que si él escribiera estos mensajes, él los publicaría en forma de libro. El
Dr. Carroll así lo hizo, y concedió al Dr. Porter el derecho de publicarlos.
Aunque el Dr. Carroll pasó a mejor vida antes de que el
libro saliese a luz, el Dr. Porter lo dio a la publicidad, con el resultado de
que la edición pronto quedó agotada.
Pero por la merced de Dios, ahora nos es posible publicar
esta nueva edición. Ruego a todos los que lean y estudien estas páginas se unan
conmigo en oración, a fin de que un número de ejemplares cada vez mayor se
pueda dar a luz.
"Para hacer que todos los hombres vean cual sea la
administración del misterio que desde el principio del mundo ha sido encubierto
en Dios, que creó todas las causas por Cristo Jesús; con el propósito de que
ahora sea hecha conocida, por la Iglesia, a los principados y potestades en los
cielos, la multiforme sabiduría de Dios... A él sea gloria en la Iglesia por
Cristo Jesús, por todas las edades del siglo de los siglos. Amén."
II
Era realmente maravilloso oírle
contar al Dr. Carroll cómo se había interesado en la historia de las distintas
denominaciones, especialmente en la de su origen.
Esta obrita la escribió cuando ya tenía 75 años de edad,
siendo un muchachito — expresó - me convertí al Señor; y al ver tantas
denominaciones, me solía preguntar cuál sería la Iglesia que Cristo había
fundado."
Ya en su juventud, al estudiar las Escrituras y la historia,
podía percibir cuál era la Iglesia más antigua y que más se alejaba a las
Iglesias mencionadas en el Nuevo Testamento.
Esta búsqueda de la verdad lo indujo a visitar muchos
lugares, lo que le permitió formar una de las bibliotecas más ricas en obras
sobre la historia eclesiástica.
Esa biblioteca le fue regalada, a su muerte, al gran
Seminario Bautista del Sud Oeste, de Fort Worth, Estado de Texas.
Como resultado de sus pesquisas, el Dr. Carroll reunió los
datos tocantes a la historia eclesiástica, pero en su mayoría se referían,
según parece, a católicos y protestantes, pues historia hallada por él acerca
de los bautistas estaba escrita con sangre, por tratarse de un pueblo que había
sido objeto de odio a través de la tenebrosa Edad Media. Los que lo
constituían, predicadores y fieles, fueron llevados a la cárcel; y un número
incalculable de ellos fueron muertos.
Jamás se ha visto en el mundo nada comparable a los
padecimientos y persecuciones causados a los bautistas por la jerarquía
católica, en el transcurso de la tenebrosa Edad Media.
El papa era entonces el dictador del mundo; de ahí que los
anabaptistas, anteriores a la Reforma, lo apellidasen de anticristo.
La historia de los anabaptistas se halla escrita en los
documentos oficiales de esa época; de manera que para seguir el Rastro de la
Sangre es preciso seguir el camino señalado por las crónicas, en las que se
hallan declaraciones del siguiente tenor:
"En Zurich, después de muchas disputas entre Zuinglio y
los anabaptistas, el senado lanzó un decreto disponiendo que si alguno se
atreviese a rebautizar a los que ya hubiesen sido bautizados (esto es, cuando
niños) fuese ahogado. En Viena muchos anabaptistas fueron encadenados a manera
de ristra, de tal forma que el primero, al ser arrojado al río, arrastraba en
pos de sí a los demás, por manera que todos se ahogaban."
"En el año del Señor de 1539, dos anabaptistas fueron
quemados más allá de Southwark, y un poco antes que éstos, lo fueron cinco
anabaptistas holandeses en Smithfield." (Fuller, Historia Eclesiástica.)
"En 1160, un grupo de paulicianos (bautistas) entró en
Oxford. Enrique II ordenó que fuesen marcados en la frente con hierros
candentes y azotados a través de las calles de la ciudad, luego de
desnudárselos hasta la cintura; después se los obligó a salir de la ciudad al
campo raso, donde, por falta de abrigo y de alimentos, murieron lentamente, de
hambre y frío, pues a los aldeanos no se les permitió acogerlos ni
alimentarlos." (Moore, Earlier and Later Nonconformity in Oxford, 12.)
El antiguo Cronista Stowe, año de 1553,
dice: "El 25 de mayo, en
la iglesia de S. Pablo, de Londres,
fueron juzgados diecinueve hombres y seis mujeres. Catorce fueron condenados;
un hombre y una mujer fueron quemados en Smithfield, y a los doce restantes se
los envió a los pueblos para que los quemasen."
Froude, historiador inglés, dice acerca de esos mártires
anabaptistas:
"Los pormenores de sus padecimientos se han desvanecido,
sus nombres han sido echados en olvido, y aun los mismos hechos apenas son
dignos de señalarse. Europa no se conmovió a causa de ellos, ni se guardó luto
en ninguna corte, ni el corazón del papa se estremeció de indignación con
motivo de su muerte; por el contrario, el mundo la miró con complacencia, con
indiferencia y hasta con regocijo. Sin embargo, entre estos veinticinco hombres
y mujeres hubo catorce de ellos que ni el terror de la hoguera ni el miedo a
las torturas fueron bastantes a hacerles decir que creían lo que en realidad no
podían creer. Y aunque la Historia no consigna ni una palabra de alabanza en su
favor, con todo, su sangre no fue derramada en vano. De no haber procedido así,
sus vidas hubieran sido tan inútiles como las de los más de nosotros; pero al
perderlas, ayudaron a pagar el precio de la libertad inglesa."
El Dr. Carroll halló asimismo su historia y su ensangrentado
rastro, a través de los siglos, en los escritos no sólo de sus amigos, sino
también de sus enemigos.
He aquí cómo se expresa el cardenal Hosius, en 1524,
presidente que fue del Concilio de Trento:
"Si los bautistas no hubieran sido tan despiadadamente
atormentados y pasados a cuchillo durante los últimos doce siglos, al presente
pulularían mucho más que todos los "reformadores."
Esos "doce siglos"
constituyen el período que precedió a la Reforma, durante el cual Roma
persiguió a los bautistas de la manera más encarnizada que es dable imaginar.
Oigamos a Sir Isaac Newton: "Los bautistas son el único
cuerpo de entre los cristianos que jamás ha estado de acuerdo con Roma."
Y por lo que hace a Mosheim historiador luterano, he aquí
cómo se expresa: "Antes de la aparición de Lutero y de Calvino existían en
secreto en casi todos los países de Europa personas que se adherían tenazmente
a los principios sostenidos por los bautistas holandeses modernos."
Citemos, finalmente, a la Enciclopedia de Edimburgo
(presbiteriana): "Sin duda que ya nuestros lectores habrán caído en la
cuenta de que los bautistas son la misma secta de cristianos descriptos
anteriormente como anabaptistas. En efecto, parece que este ha sido su
principal origen, desde la época de Tertuliano hasta nuestros días."
Ahora bien, Tertuliano nació exactamente cincuenta años
después de la muerte del apóstol Juan.
III
Los bautistas no creen en la sucesión apostólica, puesto que
el oficio apostólico terminó con la muerte de los apóstoles. Fue a sus iglesias
a quienes Cristo prometió su continua existencia, desde que El constituyó su
primera Iglesia, durante su ministerio terrenal, hasta que vuelva. He aquí su
promesa: "Yo edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18.)
Luego, cuando les dio la gran comisión, en la que les señala
a Sus Iglesias la tarea que habían de cumplir, les hizo la siguiente promesa:
"Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
siglo." (Mateo 28:20.)
Esta comisión, no fue dada a los apóstoles como individuos,
sino a ellos y a los demás que se hallaban presentes, en su carácter de la
Iglesia. Tanto los apóstoles como aquellos que le oyeron dar la comisión,
pronto murieron, pero su iglesia ha sobrevivido a través de los siglos,
haciendo discípulos, bautizándolos y enseñándoles la verdad, es decir, las
doctrinas que El había cometido a la Iglesia de Jerusalén. Estas fieles
Iglesias han sido bendecidas con Su presencia mientras siguieron el Rastro de
la sangre.
Esta historia demuestra cómo la promesa del Señor ha sido
cumplida a Sus Iglesias.
El Dr. Carroll demuestra que se han hallado Iglesias en
todos los siglos que han inculcado las doctrinas que El les cometió. A estas
doctrinas las llama el Dr. Carroll las "notas" de ¡Iglesias del Nuevo
Testamento!.
“LAS NOTAS DE LA
IGLESIA DEL NUEVO TESTAMENTO”
1.
Su cabeza y fundador
es Cristo, lo mismo que su legislador; la Iglesia sólo es ejecutiva. (Mateo
16:18; Colosenses 18)
2.
Su única regla de fe y práctica es la Biblia. (II
Timoteo 15-17)
3.
Su nombre es
"Iglesia" "Iglesias." (Mateo 16:18; apocalipsis
22:16)
4.
Su sistema de gobierno, el congregacional, es decir,
que los miembros son iguales. (Mateo 23:5-12)
5.
Sus miembros se componen únicamente de los que han sido
salvos. (Efesios 2:21; 1 de Pedro 2:5)
6.
Sus ritos son el bautismo de creyentes y la cena del
Señor. (Mateo 28:19-20)
7.
Sus funcionarios son los Pastores y los Diáconos.
(1Tim. 3:1-16)
8. Su
obra es lograr que los pecadores se salven, bautizarlos (con el bautismo que
llene todos los requisitos de la Palabra de Dios), y enseñarles que guarden
todas las cosas que Cristo mandó. (Mateo 28:16-20)
9.
Su plan financiero: los diezmos y las ofrendas.
"Pues así ordenó el Señor que los que predican el Evangelio vivan del
Evangelio." (1 Corintios 9:14)
10. Sus
armas de guerra son espirituales, no carnales. (II Corintios 10:4; Efesios
6:10-20)
11. Su
independencia ha de consistir en la Separación de la Iglesia y el Estado.
(Mateo 22:21)
IV
Sucede que en una ciudad suele haber muchas diferentes
Iglesias y todas pretenden ser la verdadera Iglesia. El Dr. Carroll, para saber
cuál era esa verdadera Iglesia, examinó las notas y doctrinas de cada una de
ellas; y aquellas que poseían las notas y doctrinas enseñadas por la palabra de
Dios las reputó como las verdaderas Iglesias. He ahí un método de fácil
aplicación, aplicado por el Dr. Carroll a las Iglesias de todos los tiempos. El
resultado fue que muchas habían perdido estas notas y alejados de estas
doctrinas; en cambio, halló otras que habían retenido fielmente estas notas a
través de los siglos, desde que Jesús había dicho:
"Yo edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella”. (Mateo 16:18)
"Y estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo.”
(Mateo 28:20)
El Rastro de la
Sangre o
La pista de los cristianos a través de los
siglos desde el tiempo de Cristo hasta
nuestros días
0
para expresarlo de otra manera, pero muy expresivamente: "Historia de las
doctrinas enseñadas por Cristo y s apóstoles y los que les fueron leales”.
PRIMERA
DISERTACIÓN
"Recuerda los días de la antigüedad; pensad en los años de muchas
generaciones: pregunta a tu padre, que él te anunciará, a tus ancianos, y ellos
te dirán” (Deuteronomio 32:7).
1.
Lo que hoy conocemos como "cristianismo" o
religión cristiana, comenzó con Cristo, el año 30 de nuestra era, en tiempo del
imperio romano y dentro de sus límites, uno de los mayores imperios que el
mundo haya conocido en el curso de toda su trayectoria.
2.
Ese imperio, en aquella época, comprendía casi todo el
mundo entonces conocido y habitado. El emperador reinante a la sazón era
Tiberio César.
3.
En cuanto a religión, el imperio romano era en ese
entonces pagano. Sus numerosos dioses eran, unos reales, otros imaginados.
Había asimismo muchos creyentes y devotos. Esa religión era no sólo la religión
del pueblo, sino la del imperio, y como tal estaba sostenida y protegida por El
Estado. (Mosheim, no I, cap. I)
4.
El pueblo judío, que en ese período ya no constituía
una nación aparte, se hallaba desparramado por el imperio romano.
Sin embargo, ese pueblo todavía tenía el templo de
Jerusalén, donde todavía podía rendir culto a Dios; pues todavía se mostraba
celoso por su religión; pero, a semejanza de los paganos, hacía largo tiempo
que había caído en el formulismo y perdido su influencia. (Mosheim, tomo I,
cap. II)
5.
Como la religión de Cristo no es una religión de este
mundo, su fundador no le dio ninguna cabeza o fe terrenal, ni poder temporal. Y
así, ella no buscó ni el sostén ni el apoyo del Estado; tampoco trató de
destronar al César. Y así tenía que ser, como quiera que su autor había dicho: "Dad a César lo que es de César, y a
Dios lo que es de Dios.” (Mateo 22:19-22); Marcos 12:17; Lucas 20:20) Desde
que el cristianismo es una religión espiritual, mal podía ser el rival de
ningún gobierno terrenal. Y a mayor abundamiento, hasta se les enseñó a sus
adherentes a respetar a las autoridades y a observar las leyes. (Romanos
13:1-7; Tito
3:1; la de Pedro 2:13-16)
6.
Deseo llamar ahora vuestra atención a algunas de las
notas o marcas de esta religión.
Si queremos remontarnos hasta su origen, a través de sus
largos veinte siglos, y especialmente a lo largo de los mil doscientos años de
la lóbrega Edad Media, anegada por ríos de sangre de mártires, nos será preciso
conocer bien las marcas, a fin de orientarnos. A medida que avancemos, hallaremos
que esas marcas han sido muchas veces horriblemente desfiguradas; pero siempre
daremos con alguna que haya resultado indeleble. Estemos, pues, sobre aviso,
con cuidado y oración. Desde luego, hallaremos muchas imposturas y
simulaciones, de tal manera que a ser posible, "aún los mismos escogidos
se extraviarían."
Pero así y todo, necesitamos seguir, a ser posible, su
pista, valiéndonos de los datos históricos dignos de fe, y, con especialidad,
de los aportados por las palabras y las marcas de la divina verdad.
Algunas Marcas Infalibles E
Indefectibles
Si al descender a través de los siglos, damos con un grupo o
grupos que no posean las marcas distintivas que van a continuación y que
enseñan otras cosas como doctrinas fundaméntales, ¡cuidado!
1.
Cristo, el autor de esta religión, constituyó a sus
fieles o discípulos en Iglesia. Los
discípulos a su vez habían de constituir otras Iglesias a medida que
esta religión se extendiese y se hiciesen otros discípulos. (Sucesiones
Bautistas, Ray, edición revisada, cap. I)
2.
Este organismo o Iglesia tenía de acuerdo con las
Escrituras y la práctica de los apóstoles y de las primeras Iglesias, clases de
ministros o funcionarios, y sólo dos: pastores y diáconos. El pastor era
llamado obispo.
Tanto el pastor como los diáconos habían de ser elegidos por
la Iglesia para desempeñarse como servidores de la misma.
3.
Las Iglesias, en su gobierno y disciplina, habían de
ser enteramente independientes unas de otras. Y así la Iglesia de Jerusalén no
había de tener autoridad alguna sobre la
de Antioquia; ni la de Antioquia sobre la de Efeso, ni ésta sobre la Corinto, y
así sucesivamente.
Su gobierno había de ser congregacional y democrático; es
decir, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
4.
Cristo dio a la Iglesia dos ordenamientos y nada más
que dos, a saber el Bautismo y la Cena
del Señor. Estos dos ordenamientos habían de ser perpetuos y de carácter
memorial.
5.
Esta Iglesia no había de recibir otros miembros en su
seno, que los que fuesen "salvos." (Hechos 2:47) Estos habían de
salvos únicamente por la pura gracia de Dios, y no por virtud obras de la ley
(Efesios 2:5, 8-9). Estos salvados, y sólo éstos, habían de ser sumergidos en
el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19) Y sólo
éstos, así recibidos y bautizados, habían de participar de la Cena del Señor;
la Cena había de celebrarse únicamente por la Iglesia, en su carácter de tal.
6.
Las Divinas Escrituras y nada más que ellas (de hecho,
el Nuevo Testamento y sólo el Nuevo Testamento), habían de ser la regla y guía
en materias de fe y de conducta, no sólo para la Iglesia, como organismo, sino
para cada miembro individual de la misma.
7.
Cristo Jesús, el fundador de ese organismo y el
salvador de sus miembros, había de ser su único sacerdote y rey, su único Señor
y legislador, así como la única cabeza de las Iglesias.
Las Iglesias habían de ser ejecutivas tan sólo para llevar a
cabo la voluntad de su Señor y sus perfectas leyes; jamás habían de ser
legislativas para reformar o abrogar sus antiguas leyes o hacer otras nuevas.
8.
Esta religión de Cristo había de ser asunto puramente
personal, individual y voluntario, que se abrazase mediante la persuasión, y no
por compulsión física o gubernativa; sino que había de ser asunto de categórica
elección personal. "Escoged a quien sirváis," es el requerimiento
escritural. No podría, por tanto, ser aceptada, ni rechazada, ni observada por
sustituto ni por compulsión.
9.
Nótese bien, que en Cristo ni sus apóstoles dieron
jamás a sus seguidores ningún nombre denominacional, como los que hoy se
acostumbran, como los de
"católico," "luterano," "presbiteriano,"
"episcopal," etc., etc., (salvo el nombre dado por Cristo a Juan, que
estaba destinado a ser llamado el "Bautista" o "Juan el
Bautista," Mateo 11:11 y diez o doce veces más), Cristo llamó al individuo
que se seguía "discípulo." Dos o tres veces más fueron llamados
"discípulos." Al conjunto de discípulos, sea en Jerusalén, o en
Antioquia o en otras partes, se le llamó Iglesia. Y siempre que se aludía a más
de uno de estos distintos organismos, los llamaba Iglesias; pues la palabra
Iglesia usada en singular nunca se la empleaba para referirse a más de uno de
estos organismos, ni siquiera se hacía eso al referirse a todos ellos.
10.
Me permito señalar otra nota o marca distintiva, a
saber, completa separación de la Iglesia y el Estado. Ninguna combinación o
mezcla tiene que hacerse entre esta
religión espiritual, y el gobierno
temporal. A esto hay que añadir la completa “libertad religiosa” para todo el
mundo.
PRIMER
PERIODO
(Desde al año 30 al 500)
1.
Debido al extraño, bien que maravilloso, impulso y
dirección de Juan el Bautista, el elocuente pregonero del desierto, y al
amoroso contacto y la milagrosa eficacia del poder de Cristo, como a la admirable
predicación de los apóstoles y de sus inmediatos sucesores, la religión
cristiana se propagó por modo extraordinario durante los primeros quinientos
años de su existencia, dejando, eso sí, un horrible rastro de sangre tras sí.
El judaísmo y el paganismo se opusieron con fiereza a todo
movimiento de avance. El primero de los grandes adalides cuya vida fue inmolada
fue Juan el Bautista, siendo decapitado. Poco después, le siguió el mismo
Salvador, fundador de esta religión, muriendo de cruel muerte de Cruz.
2.
A continuación del Salvador, y en rápida sucesión,
fueron martirizados muchos otros héroes. Esteban fue lapidado; Mateo, muerto en
Etiopía; Marcos, arrastrado por las calles, hasta que murió; Lucas, ahorcado;
Pedro y Simeón, crucificados; Andrés, atado a una cruz; Santiago, decapitado;
Felipe, crucificado y apedreado; Bartolomé, desollado vivo; Tomás alanceado;
Santiago el Menor, arrojado de lo alto del templo al pavimento, causándole la
muerte; Judas fue asaeteado; Matías, apedreado, y Pablo, decapitado.
3.
Habían transcurrido ya más de cien años cuando estas
cosas sucedieron. Esta fiera persecución del judaísmo y el paganismo prosiguió durante
dos o tres siglos más. Con todo, la religión cristiana se propagó de una manera
extraordinaria, por todo el imperio romano: Europa, Asia, África, Inglaterra,
Gales y muchas otras partes donde había alguna civilización. Las Iglesias se
multiplicaban sobremanera, los discípulos
acrecían continuamente; pero algunas Iglesias prosiguieron el error.
4.
La primera desviación de las enseñanzas del Nuevo
Testamento comprendió el sistema de gobierno y la doctrina.
Durante los dos primeros siglos, las Iglesias locales se
multiplicaron rápidamente; y algunas de las más antiguas, como la de Jerusalén,
la de Antioquia, Efeso, Corinto, etcétera, crecieron tanto, que llegaron a ser
muy grandes; Jerusalén, por ejemplo, llegó a tener muchos millares de miembros
(véase los Hechos 2:41; 4:4; 5:14); es probable que su número oscilase entre
25,000 y 50,000, o más. Una persona que estudie atentamente el libro de los
Hechos y las Epístolas verá que Pablo tuvo una formidable tarea en su tiempo
para hacer que algunas Iglesias marchasen bien. Véanse las profecías de Pedro y
de Pablo tocante al futuro (2a de Pedro 2:12; Hechos 20:29-31. Véase asimismo
el
Apocalipsis, cap. 2 y 3.)
Estas grandes Iglesias tenían, por necesidad, muchos
predicadores y presbíteros (Hechos 20:17). Ello dio lugar a que algunos de los
obispos o pastores comenzasen a asumir una autoridad que no les concedía el
Nuevo Testamento, como la de ejercer autoridad sobre otras Iglesias más
pequeñas. Los tales obispos, con sus numerosos ancianos o presbíteros,
comenzaron a enseñorearse de la heredades del Señor (Véase la 3a epístola de
Juan). He aquí el comienzo de un error que ha tomado cuerpo y multiplicado
muchos otros errores graves y peligrosos. Aquí tememos también el comienzo de
las varias órdenes en el ministerio, las que fueron multiplicándose hasta
alcanzar al número existente actualmente en el catolicismo y otros cuerpos
religiosos. Esto fue el punto de partida que acabó con la forma democrática de
gobierno de la Iglesia, existente en las Iglesias primitivas. Esta
irregularidad, aunque en pequeña escala, comenzó a fines del siglo segundo. Es
probable que ésta haya sido la más grave desviación del orden eclesiástico del
Nuevo Testamento.
5.
Otro cambio vital que, según se desprende de la
historia, a tenido lugar a fines del siglo segundo, es el relacionado con la
gran doctrina de la salvación. Los judíos, lo mismo que los paganos, habían
sido enseñados, por muchas generaciones, a dar gran importancia a las
ceremonias. Habían llegado a mirar los tipos como antitipos, las sombras como
sustancias reales; y las ceremonias como verdaderos agentes o medios de
salvación. Es lo que sucedió con el bautismo. Sin duda, se dijeron: La Biblia
habla mucho del bautismo. En ella se hace mucho hincapié sobre ese ordenamiento
y el deber de obedecerlo. Seguramente que ello se debe a que ese ordenamiento
tiene algo que ver con la salvación. El resultado fue que en ese período la
idea de la regeneración bautismal llegó a predominar en algunas Iglesias. (Shackelford, pág. 57; Camp, pág.
47; Benedict, pág. 286; Mosheim, tomo I, pág. 134;Christian, pág. 28).
6.
Otro grave error que comenzó a infiltrarse y que, según
algunos historiadores, comenzó en este mismo siglo, y del que es posible decir
fue una inevitable consecuencia de la idea de la generación bautismal, fue el
del cambio de los sujetos del bautismo. Y así, no bien se consideró a ese ordenamiento
como agente o medio de salvación, se juzgó que cuanto más pronto se lo
recibiese, tanto mejor. Tal fue el origen del "bautismo infantil."
Antes de eso, los "creyentes," y sólo los "creyentes," eran
considerados como los únicos sujetos propios de ese ordenamiento.
Referente a la "aspersión" y la
"afusión," ninguna referencia se hace a ellas todavía, y ello en
razón de que esas formas de bautizar fueron adoptadas mucho más tarde; pues los
infantes eran sumergidos, al igual que los adultos, durante varios siglos. Esa
costumbre todavía prevalece entre los griegos ortodoxos (rama grandísima de la
Iglesia Católica) hasta nuestros días, sin que jamás hayan cambiado la forma
original de bautizar. Verdad es que los griegos practican el bautismo infantil,
pero también lo es el que nunca los han bautizado de otra manera que
sumergiéndolos.
Como algunos historiadores colocan el comienzo del bautismo
infantil dentro de este siglo, citaré, como refutación, un corto párrafo de la
obra "Investigaciones Eclesiásticas," por Robinson:
"Durante los tres primeros siglos, las congregaciones
de todo el Oriente se mantuvieron como cuerpos independientes, sin recibir
ayuda pecuniaria alguna del gobierno, y sin ejercer ningún poder o autoridad
secular una sobre otra. Durante todo este tiempo, esas Iglesias sólo bautizaban
adultos, como lo denota el que aunque todos los padres de la Iglesia de los
primeros cuatro siglos, hasta Jerónimo (310) eran griegos, sirios y africanos,
y nos dejaron gran número de relatos del bautismo de adultos, con todo, no se
halla ni uno siquiera del bautismo de un niño hasta el año de 370."
(Shackelford, Compendio de la Historia de los Bautistas, p. 43; Vedder, p. 50;
Christian, p. 31, Orchard, p. 50, etc.)
7.
Recuérdese que cambios semejantes a los mencionados
aquí, no se hicieron en un día ni en un año, sino que se fueron realizando
paulatinamente, y nunca en todas las Iglesias. Algunas de ellas los repudiaron
enérgicamente. Tanto es así que el año 251, las Iglesias que se mantuvieron
fieles rompieron la comunión con las que aceptaron y practicaron tales errores.
Esa fue la primera separación oficial efectiva entre las Iglesias.
8.
Debe advertirse que durante los tres primeros siglos
vieron lugar tres importantes cambios vitales, en las enseñanzas de Cristo y
sus apóstoles. También tuvieron lugar algunos significativos sucesos. Nótese
esta sumaria recapitulación:
(1)
El cambio de la idea neotestamentaria del obispo y del
gobierno eclesiástico. Este cambio fue rápido, oficial, definitivo y dañoso.
(2)
El cambio de las enseñanzas del Nuevo Testamento
tocante a la regeneración, por la
"regeneración bautismal."
(3)
El cambio del "bautismo de creyentes" por el "bautismo infantil." (Este
último, sin embargo, no se hizo general ni muy frecuente por más de un siglo.)
9.
La "regeneración bautismal" y el
"bautismo infantil." estos dos errores, según el categórico
testimonio de la historia, usaron más derramamiento de sangre de cristianos en el transcurso de los siglos que
todos los otros errores combinados, o probablemente que todas las guerras (no
relacionadas con las persecuciones), si se
exceptúa la reciente guerra mundial (1914-1918). Sí; más de cincuenta
millones de cristianos sufrieron el
martirio, principalmente por haber rechazado estos dos errores durante el
sombrío período de la Edad Media, esto es, el lapso de doce o trece siglos.
10.
La historia nos refiere que durante estos tres primeros
siglos existían en la gran mayoría de las Iglesias estos tres significativos
hechos:
(1) La
separación e independencia de las Iglesias.
(2) La subordinación
de los obispos o pastores a la Iglesia.
(3) El
bautismo de creyentes únicamente.
Citaré a Mosheim, el más grande
de todos los historiadores luteranos, tomo I, págs. 71 y 72: "Quien quiera
que suponga que los obispos del Siglo de Oro de la Iglesia eran semejantes a
los de los siglos posteriores, no hará sino una mezcla y confusión de
caracteres muy diferentes, porque en este y en el siguiente siglo, un obispo
tenía a su cargo una sola Iglesia, que ordinariamente podía reunirse en una
casa particular; tampoco era su amo o señor, sino sólo su ministro o servidor.
En estos tiempos primitivos, todas las Iglesias eran independientes, es decir,
que ninguna estaba sujeta a la jurisdicción de otra. Pues aunque las Iglesias
que habían sido fundadas por los apóstoles habían honrado a éstos,
consultándolos en casos dudosos, sin embargo, no tenían ni autoridad judicial,
ni dominio sobre ellas, ni facultad para dictarles leyes. Por el contrario, tan
evidente es que las Iglesias tenían iguales derechos, como la luz de mediodía,
desde que se encontraban en el mismo pie de igualdad."
11.
Sin embargo, hasta este período, el cristianismo, no
obstante sus muchas y graves persecuciones, se había propagado
maravillosamente, hasta el punto de extenderse hasta más allá del imperio
romano, con el resultado de que casi todo el mundo habitado había oído el
Evangelio. Es más; según algunos historiadores eclesiásticos, muchas de las
iglesias fundadas por los apóstoles se hallaban en esta época todavía intactas,
y fielmente adheridas a las enseñanzas apostólicas. Sin embargo, como ya se ha
dicho, un número de grandes y dañosos errores habían penetrado y perpetuándose
en no pocas iglesias, lo que hizo que el estado de algunas fuese muy irregular.
12.
En este período, las persecuciones fueron cada vez más
fieras. A principios del siglo cuarto, es quizá cuando aparece el primer edicto
gubernamental contra los cristianos. Este se dio a la publicidad el 24 de
febrero de 303, D. de C. Hasta ese entonces, el paganismo, a lo que parece,
había perseguido a los cristianos sin que ninguna ley lo ordenara.
13.
Pero ese edicto fracasó de tal manera en su propósito
de detener el progreso del cristianismo, que el mismo emperador, Galerio, que
lo había promulgado, publicó otro, ocho años más tarde, en 311, revocando el primero, y concediendo a los cristianos
la debida tolerancia para practicar su religión. Es
loable que este edicto haya sido el primero en favorecerlos.
14.
A principios del año de 313, el cristianismo alcanzó
una señalada victoria sobre el
paganismo, con motivo de haber ascendido al solio imperial de los Césares un
nuevo emperador, este, que no era otro que Constantino, no tardó en caer en la
cuenta de que el cristianismo poseía un misterioso poder, al continuar propagándose,
a despecho de las persecuciones.
Cuenta la historia que ese monarca tuvo una maravillosa
visión. Se dice que vio en el cielo una cruz de fuego, y sobre ella las ígneas
palabras: "Con ésta vencerás." El las interpretó en el sentido de que
debía hacerse cristiano. Vio asimismo que de hacer eso y renunciando al
paganismo, y uniendo al poder temporal del imperio romano, el poder espiritual
de la religión cristiana, el mundo sería fácilmente conquistado. De ese modo la
religión cristiana llegaría a ser de hecho la religión del mundo entero, y el
imperio romano, un imperio universal.
15.
Todo esto dio lugar a una tregua, a un cortejo y a un
maridaje entre el imperio romano y la religión cristiana, mediante la
intervención del emperador. Las palabras de este contrato matrimonial fueron
éstas: "Dadnos vuestro poder espiritual, y nosotros os daremos nuestro
poder temporal."
16.
Para efectuar y consumar esa impía unión, se convocó a
un concilio. Esa convocatoria tuvo lugar el año 313; por ella se invitaba a las
iglesias cristianas o a sus representantes a esa asamblea. Muchas fueron las
que acudieron, aunque no todas, al llamado.
Resultado: que no sólo se consumó la
alianza entre la Iglesia y el
Estado, sino que se creó una
Jerarquía, la cual, al organizarse, destronó a
Cristo como cabeza de las Iglesias,
y entronizó al emperador Constantino (aunque sólo temporalmente) en lugar de
Cristo, como cabeza de la
Iglesia.
17.
La Jerarquía fue el principio exacto de un proceso que
trajo como resultado final lo que ahora se conoce como la Iglesia católica o
universal. Cabría decir de ella que su exacto comienzo tuvo lugar a fines del
siglo segundo y comienzos del tercero, cuando las nuevas ideas acerca de los
obispos y el gobierno prelaticio de la Iglesia comenzaron a perfilarse.
18.
Téngase muy presente que cuando Constantino convocó el
concilio, hubo muchos cristianos (bautistas) y muchas Iglesias que rehusaron
acudir, por ser contrarios a todo maridaje entre la Iglesia y el Estado, al
gobierno religioso centralizado y al gobierno jerárquico o de prelados, por
ser eso opuesto al gobierno
congregacional. Ni esos cristianos (bautistas) ni esas Iglesias se embanderaron
ni entonces ni más tarde en la jerarquía de la denominación católica.
19.
Cuando se creó esa jerarquía, Constantino, que fue
reconocido como cabeza de ella, aun no era cristiano. Había convenido en serlo,
sí, pero como las extraviadas e irregulares Iglesias que habían entrado con él
en esa organización habían adoptado el error de la generación bautismal, surgió
en el ánimo del emperador una tremenda duda: "Si yo soy salvo — se dijo —
de mis pecados mediante el bautismo, ¿cómo me salvaré de los que pueda cometer después de bautizarme? " Es
decir, que suscitó una cuestión que ha confundido a todas las generaciones subsiguientes:
¿Puede el bautismo lavar los pecados aún no cometidos? O, ¿se lavan los pecados
cometidos antes del bautismo mediante un procedimiento, a saber, el bautismo, y
los cometidos después, mediante otro?
20.
No pudiendo resolver satisfactoriamente las muchas
cuestiones que surgieron de su mente,
Constantino decidió, finalmente, unirse a los cristianos, pero aplazando su
bautismo hasta el momento de su muerte, a fin de que todos sus pecados pudieran
ser lavados de una vez. Tal fue la directiva que siguió; de ahí que no fuese
bautizado sino hasta poco antes de morir.
21.
La conducta de Constantino de repudiar la religión
pagana, que era la de todo el imperio, para aceptar la cristiana, le granjeó el
desagrado del Senado romano, el cual repudió su proceder, o, cuando menos, se
opuso a él. Esa oposición del senado indujo a Constantino a trasladar la
capital del imperio de Loma a Bizancio, una antigua ciudad, que él reedificó, y
a la que amó Constantinopla, en honor suyo. El resultado fue que hubo dos
capitales del imperio: Roma y
Constantinopla.
Estas dos ciudades, que fueron rivales por muchos siglos, llegaron a ser más
tarde el asiento de la autoridad religiosa de la Iglesia católica, dividida en
dos ramas: la griega y la romana.
22.
Hasta el establecimiento de la jerarquía y la unión de
la iglesia y el Estado, todas las persecuciones fueron realizadas, ya por el
judaísmo, ya por el paganismo. Ahora se produce un tremendo cambio: los
cristianos (de nombre) comienzan a perseguir a los cristianos que disienten de ellos.
Constantino, que desea que todos
los cristianos compartan con él su idea de una religión del Estado, comienza a
echar mano de su poder imperial para compeler a los muchos creyentes que, por
razones de conciencia, se oponen a esta grave desviación de las enseñanzas del
Nuevo Testamento.
Tal fue el comienzo de los días y
años, y aun siglos, de dura y fiera persecución contra todos los cristianos que
se mantuvieron leales a las enseñanzas originales de Cristo y sus apóstoles.
23.
Téngase presente que estamos refiriendo sucesos que
ocurrieron entre los años 300 y 500 D. de C.
La jerarquía, establecida bajo la
dirección de Constantino, se transformó rápidamente en lo que ahora se conoce
como la Iglesia católica. Esta recién transformada Iglesia, unida al poder
temporal, ya no es sencillamente un elemento ejecutivo para cumplir las
perfectas leyes del Nuevo Testamento, sino que comenzó a asumir un carácter
legislativo, que corrige o anula las antiguas leyes o promulga otras nuevas
completamente desconocidas para el Nuevo Testamento.
24.
Una de sus primeras disposiciones legislativas, y de
las que más subversivos resultados produjeron, fue el establecimiento por ley
del bautismo infantil.
En virtud de esta nueva ley,
"el bautismo infantil" se hizo obligatorio. Esto ocurrió el año 416.
Un siglo antes de esto, no era frecuente el bautismo de niños. Pero no bien
esta nueva ley fue hecha efectiva, fueron abrogadas dos leyes vitales del Nuevo
Testamento, a saber: "el bautismo de creyentes" y la "obediencia
voluntaria del candidato al mismo."
25.
Como consecuencia inevitable de esta nueva doctrina y
esta nueva ley, estas extraviadas Iglesias pronto se llenaron de miembros
inconversos. El resultado fue que no pasaron muchos años antes de que la
mayoría de los miembros se compusiese de inconversos. Este estado de cosas hizo
que los grandes intereses del gran reino
espiritual de Dios estuviesen en manos de elementos no regenerados. ¿Qué
podía esperarse de esta situación?
26.
Desde luego, los creyentes y las Iglesias leales rechazaron
esta nueva ley; pues para ellos, la única ley válida era la del bautismo de
creyentes, por ser el único bautismo Neotestamentario. Y así, no sólo rehusaron
bautizar a sus hijos, o que, creyendo, como creían, en el bautismo de
creyentes, rehusaron el bautismo administrado por las Iglesias de esta
anti-escritural organización. Por manera de que si uno de los miembros de esas
Iglesias extraviadas deseaba unirse a alguna de las que habían rehusado
plegarse a la nueva organización, se le pedía que diese pruebas de genuina
conversión, y se rebautizase.
27.
Esta conducta de parte de las Iglesias leales pronto
incurrió en el furibundo desagrado de los devotos de la religión del Estado,
muchos de los cuales, si no los más de ellos, no eran genuinos cristianos.
Sin embargo, a partir de ese momento, se les negó el nombre
de "cristianos" a los que integraban las Iglesias leales que
rehusaban aceptar los nuevos errores. Es más: no sólo fueron despojados de ese
nombre, sino que se les puso muchos otros nombres, de manera que unas veces
eran llamados por uno, y otras por otro; y así se les llamó
"montanistas," "tertulianistas," “novacianos,”
"petrobrusianos," etc.; y algunos, al menos, a causa de su práctica
de rebautizar a los que habían sido bautizados en la infancia, fueron
denominados "anabaptistas."
28.
El año 426, exactamente diez años después de haberse
establecido con fuerza de ley del bautismo infantil, comenzó el terrible
período conocido como la Edad Media.
¡Qué horrible periodo fue ese! ¡Cuan tenebroso y sangriento fue! Durante
diez siglos, a partir de ese entonces, el rastro del cristianismo leal se halla
regado por su misma sangre. Hay muchos nombres llevados por los perseguidos. A
veces esos nombres les fueron dados debido a algún jefe heroico que los acaudillaba;
y otras debido a otras causas. Ocurría a veces que el mismo pueblo era
designado en cada país con distinto nombre.
29.
Fue a principios de la Edad Media cuando comenzó el
papado, en la persona de León II, 440-461. No fue, sin embargo, entonces cuando
se usó por primera vez el título de papa. Ese título, lo mismo que el de
Iglesia católica, fue ampliado. El nombre aparece por primera vez aplicado al
obispo de Roma, entre 296 y 304. El primero en adoptarlo formalmente fue
Silicio, obispo de Roma de 384 á 408. Luego fue adoptado oficialmente por León
II, 440-461. Después fue universalmente reivindicado por todos los obispos,
707, hasta que Gregorio VII, unos siglos más tarde, declaró que ese título era
exclusivo del papa.
30.
Recapitulemos ahora los sucesos más significativos de
este
primer período de quinientos años:
(1)
El cambio gradual del gobierno democrático por uno de
carácter prelaticio.
(2)
El cambio de la salvación por gracia por la salvación
bautismal.
(3)
El cambio del bautismo de creyentes por el bautismo
infantil.
(4)
La Jerarquía. Maridaje de la Iglesia y el Estado.
(5)
La capital del imperio trasladada a Constantinopla.
(6)
El bautismo infantil establecido por ley, y declarado
obligatorio.
(7)
Los cristianos comienzan a perseguir a los cristianos.
(8)
La Edad del oscurantismo comenzó en 426.
(9)
La espada y la tea, más bien que el Evangelio, llegan a
ser el poder de Dios (?) para salvación...
(10)
Todo resto de "libertad religiosa" acaba por
morir; se la entierra, y enterrada queda por varios siglos.
(11)
Las Iglesias leales al Nuevo Testamento, conocidas por
muchos nombres, son perseguidas sin tregua ni descanso por el poder temporal de
la nueva Iglesia católica.
Restos de creyentes que se hallan
dispersos por todo el mundo, buscan refugio (poco seguro) en los lugares más
ocultos de los bosques, las montañas, los valles, los escondrijos y cavernas de
la tierra.
DISERTACIÓN
SEGUNDA
1.
Hemos terminado la primera disertación en el siglo
quinto.
Sin embargo, un buen número de sucesos que no se mencionaron
el la primera disertación tuvieron su principio en las primeras centurias de
nuestra era.
Hemos llegado al hórrido período, designado por la historia
universal como la Edad Media o del oscurantismo. Porque fue de veras una época
tenebrosa, sangrienta y hórrida en extremo.
Las persecuciones de la Iglesia Católica Romana fueron
crueles y continuas. La guerra de exterminio que prosiguió sin interrupción y
de una manera implacable en muchos países, hizo que muchos creyentes huyesen a
otras tierras, no dejando tras sí más que un reguero de sangre, por doquiera
que iban. Esto se vio especialmente en Inglaterra, Gales, África, Armenia y
Bulgaria, y donde quiera que había cristianos que se mostraban sincera y
rigurosamente leales al Nuevo Testamento.
2.
Volvamos ahora nuestra atención a los concilios
llamados 'Ecuménicos" o imperiales.
Conviene tener presente que todos esos sínodos se celebraron
a semejanza del de Jerusalén (véase Hechos 15:1), celebrado por los apóstoles y
otros; pero es probable que no haya habido nada más diferente que éstos de
aquél, a pesar de llamarse concilios.
Fijaremos nuestra atención ahora tan sólo en ocho de ellos,
los que fueron convocados por los emperadores; no por los papas.
Todos estos
concilios fueron celebrados en Oriente, es decir, por
Iglesias del rito griego, si bien
asistieron a ellos representantes de la rama occidental o romana de la Iglesia.
3.
El primero de esos concilios se celebró en Nicea, en
325, convocado por Constantino el Grande, al que asistieron 318 obispos.
El segundo fue el de Constantinopla, celebrado en 381,
convocado por el emperador Teodosio el Grande. A éste asistieron 150 obispos.
(Téngase presente que en los primeros siglos del cristianismo, los obispos no
eran "otra cosa que los pastores de las iglesias locales.)
El tercero fue convocado por Teodosio II y Valentiniano III.
A éste concurrieron 250 obispos, siendo celebrado en Efeso, en 431.
El cuarto se celebró en Calcedonia, en 451, convocado por el
emperador Marciano; concurrieron a él entre 500 y 600 obispos o metropolitanos
(éstos eran pastores de ciudades principales o pastores de las principales
Iglesias.) En este concilio fue promulgada la doctrina de lo que ahora se
conoce como mariolatría, es decir, el culto de María, la madre del Señor. Al
principio, esta doctrina causó mucha agitación; pues muchos opusieron a ella
serios reparos. Con todo, acabó por imponerse como doctrina o dogma permanente
de la Iglesia católica.
El quinto de estos ocho concilios se realizó en
Constantinopla. Este fue el segundo celebrado en aquella ciudad. Lo convocó
Justiniano, el año 553, al que asistieron 165 obispos. A lo que parece, fue
celebrado principalmente para condenar ciertos escritos.
El sexto concilio fue convocado en 680 por Constantino
Pogonato, y celebrado, como el anterior, en Constantinopla, para condenar la
herejía. Este concilio condenó también al papa Honorio, al que depuso y
excomulgó. Desde luego, la infalibilidad aún no había sido declarada.
El séptimo concilio se reunió en Nicea, el año 787. Fue éste
segundo celebrado en esa ciudad. Fue
convocado por la emperatriz Irene. Al parecer, fue en este concilio donde se
originó el "culto de las imágenes" y de los "santos." Como
podéis verlo, los "padres" se hicieron más paganos que cristianos.
El último de los llamados "concilios orientales"
convocados por los emperadores, tuvo lugar en Constantinopla, el año 869. Fue
convocado por el emperador Basilio I, el Macedonio.
La Iglesia católica pasaba a la sazón por una seria
dificultad, usada por la controversia suscitada entre las dos cabezas de una
otra rama del catolicismo (la oriental y la occidental, o sea la griega y la
latina), a saber, Focio, de Constantinopla y Nicolás I, de Roma. Tan grave fue
la contienda que los dos se excomulgaron mutuamente, de suerte que, durante un
corto tiempo, el catolicismo estuvo sin cabeza.
El objeto del concilio fue, de consiguiente, el de arreglar
ese asunto, a ser posible. Pero tan definitiva fue esa ruptura entre las dos
ramas de catolicismo, que hasta la hora presente no ha sido posible restablecer
la armonía entre ambas Iglesias. Todos los intentos hechos en ese sentido han
fracasado completamente.
Desde ese entonces, el poder de la curia romana ha ido en
aumento. Desde esa época en adelante, ya no son los emperadores que convocan
los concilios, sino los pontífices romanos.
Tocante a los concilios posteriores, nos ocuparemos de ellos
mas tarde, en el curso de estas disertaciones.
4.
Hay una nueva doctrina a la cual hemos dejado de llamar
la atención. Sin duda que también hay otras que se hallan en el mismo caso,
pero hay una especialmente, a la que quiero llamar vuestra atención, y esa es
la de la "Comunión infantil." En efecto, a los niñitos no sólo se les
bautizaba y recibía en la Iglesia, sino que se los suponía capaces de participar
de la Cena del Señor.
Pero el problema que se planteaba era de cómo se la podría
administrar. Al fin, se lo resolvió mojando el pan en el vino. Tal fue la forma
que se observó por mucho tiempo.
Algo más tarde, se añadió otra nueva doctrina a la anterior,
cual era la de que había otro medio de salvación. Pero como posteriormente
apareció otra nueva enseñanza, volveremos a referirnos a esta última, algo más
tarde.
5.
En el concilio de Calcedonia, celebrado en 451, se
añadió otra doctrina enteramente nueva, que acrecentó rápidamente la lista, a
saber, la doctrina, llamada mariolatría o culto a María, la Madre de Jesús.
Parece que se sintió la necesidad de un nuevo mediador, a
causa de estimarse demasiado grande la distancia entre Dios y los hombres para
que bastase un solo mediador, aun cuando ése lo fuese Cristo, Hijo de Dios y
Dios hombre. Y así se consideró que se necesitaba de María, como otra
mediadora; con lo cual se le dirigieron oraciones y ruegos, a fin de que ella,
a su vez, se los dirigiera a Cristo.
6.
En el siglo octavo, se añadieron a la fe católica otras
dos nuevas doctrinas, las que fueron promulgadas en el segundo concilio
celebrado en Nicea, el que tuvo lugar el año 787.
El primero que allí se celebró se le designó como el
concilio del "culto de las imágenes," una abierta violación de uno de
los mandamientos divinos, que dice: "No harás para ti ninguna imagen o
semejanza"... (Éxodo 20:3-5). Fue esa otra añadidura del paganismo, a la
que luego siguió la del "culto de las santos." Esta doctrina no tiene
base bíblica alguna. El único ejemplo de súplica dirigida a un santo que
hallamos en la Biblia, dado sin duda para mostrar lo necio de semejante pedido,
es la que el rico dirigió a Abraham (Lucas 16:24-31). Estos son algunos (no
todos) de los numerosos cambios revolucionarios que se hicieron tocante a las
enseñanzas del Nuevo Testamento en ese período de la historia Eclesiástica.
7.
Durante el período
que acabamos de recorrer, los perseguidos fueron llamados
por muchos y variados nombres, como donatistas, petrobrusianos, cataros, paulicianos y anabaptistas. Algo más tarde,
fueron llamados arnoldistas, enriqueños, albigenses y valdenses. A veces uno de
estos grupos sobresalía sobre los demás, y otras, otro. Pero algunos de ellos
casi siempre se destacaron a causa de lo persistente y terrible de la
persecución.
8.
Pero no se vaya a pensar, sin embargo, que todos estos
perseguidos hayan sido siempre leales en todo sentido a las enseñanzas del
Nuevo Testamento. En lo esencial, sí lo fueron. Y algunos, si se tienen en
cuenta las circunstancias que los rodeaban, fueron sorprendentemente fieles.
Téngase presente que muchos de ellos sólo poseían en aquellos lejanos tiempos
partes del Nuevo y del Viejo Testamento; pues como los sagrados libros no
estaban impresos, sino manuscritos en pergamino o algo por el estilo, eran
grandes y voluminosos. Ello hacía que fuesen pocas - si es que había alguna -
las familias y hasta las simples Iglesias que tenían ejemplares completos de la
Biblia. Antes de la formal terminación del canon, lo cual ocurrió a fines del
siglo cuarto, había muy pocos manuscritos de todo el Nuevo Testamento. De los
mil de ellos de que tenemos noticia, sólo unos treinta contienen todos los
libros de que consta el Nuevo Testamento.
9.
Además, durante toda la Edad Media y el período en que
arreciaron las persecuciones, se hicieron grandes esfuerzos por destruir las
Sagradas Escrituras, sin excluir los ejemplares que poseían los propios
perseguidos. De ahí que esas víctimas de la persecución tuviesen, en muchos
casos, únicamente algunos fragmentos de la Biblia.
10.
Conviene también advertir que en aras de impedir la
difusión de opiniones contrarias a las de los católicos, se hicieron planes y
se tomaron medidas en ese sentido. Como primera providencia, se dispuso que
todos los escritos sin distinción fuesen recogidos y quemados. Esta medida se
aplicó especialmente a los libros, lo que se hizo con todo rigor y
persistencia, por espacio de varios siglos. Tal fue, según la historia, la
causa principal de que sea tan difícil lograr datos históricos exactos. Además,
todos los escritores y predicadores que se mostraron inflexibles sufrieron el
martirio. Ese período fue sobremanera sanguinario; tanto, que todos los grupos
heréticos (así eran llamados) que persistían en sus opiniones, no importa cuál
fuese su nombre ni dónde viviesen, eran perseguidos.
Los donatistas y los paulicianos se distinguieron entre los
primeros grupos.
Los católicos, por extraño que parezca, a todos los que se
negaban a hacer causa común con ellos en su desviación de la fe y a creer en
sus errores, los denunciaban como herejes y como a tales los condenaban.
Esos católicos llegaron al extremo de
llegar a ser más paganos y
judíos que cristianos, mostrándose
más sumisos al poder civil que al religioso; es más: en vez de observar las
antiguas leyes, crearon otras nuevas.
11.
He aquí algunas de las nuevas variaciones que se
produjeron acerca de las enseñanzas del Nuevo Testamento durante todos esos
siglos. Es probable que no siempre se den en el orden del tiempo de su
promulgación. En efecto, ocurriría a veces que sería casi imposible lograr la
fecha exacta del comienzo de estos cambios. Ha ocurrido con ellos, sin duda,
algo semejante a todo el sistema católico; desde que son efectos de un
desarrollo gradual. Sus doctrinas o enseñanzas estuvieron sujetas, en los
primeros años, a un constante cambio, mediante adiciones, sustracciones, o
sustituciones o anulaciones. El resultado fue que la Iglesia católica ya no
era, dado que alguna vez lo fuese, una Iglesia nuevo testamentaria. Tampoco era
ya un cuerpo meramente activo, para cumplir las leyes de Dios, sino que se
había convertido en uno de carácter legislativo, que hace otras nuevas, y
cambia o abroga las antiguas a su gusto y paladar.
12.
Una de sus nuevas doctrinas o declaraciones dadas a
conocer por ese entonces, fue ésta: "Fuera de la Iglesia no hay
salvación." Como, según ellos decían, no había otra Iglesia que la
católica, se seguía que había que ser católico, o de lo contrario, perderse.
13.
La doctrina de las indulgencias y la venta de las
mismas constituyó otra nueva y grave desviación de las enseñanzas del Nuevo
Testamento. Pero con la mira de que esa nueva enseñanza: hecha efectiva, fue
preciso introducir todavía, con carácter imperativo, otra nueva doctrina, a
saber, la de abrir un gran crédito en el cielo, pero accesible a la tierra. Y
así se enseñó que “obras buenas” poseían mérito para el logro de la salvación.
Que ese crédito o depósito se podía acrecentar depositando algo a cuenta en él,
del que también algo se podría sacar o extraer.
La primera y más importante suma que figuraba en ese crédito
de los cielos era, desde luego, la obra de Jesús. Como él nunca hizo mal
alguno, no necesitó ninguna de sus obras buenas para sí mismo, con el resultado
de que todas ellas fueron a acrecentar el aludido depósito. Luego, en adición a
eso, se agregaron todos los sobrantes de las buenas obras que cada uno de los
apóstoles pudo necesitar para sí mismo, así como el exceso de las hechas por la
gente piadosa de las futuras generaciones, con lo se formó un enorme depósito.
Formado ese enorme fondo de "buenas obras," y
puesto a orden de la Iglesia, ésta pudo disponer de él según lo requirieran las
necesidades de algún pobre y mortal pecador, echando mano de aquel crédito,
tanto cuanto la prudencia lo aconsejase, en beneficio del que lo necesitara.
Tal es el origen de la venta de las indulgencias.
La gente las podía comprar, ya para sí
misma, ya para sus amigos
y hasta para los deudos difuntos.
Los precios variaban en proporción a la falta cometida, o que hubiese de
cometerse. Esos precios llegaron a veces a extremos increíbles, como lo admiten
los mismos católicos. Algunas historias o enciclopedias dan una lista de los
precios fijados según los diversos pecados para la remisión de los cuales se
vendían las indulgencias.
14.
Todavía fue necesaria otra nueva doctrina, sí,
imperativa, para hacer las dos últimas completamente efectivas. Esa nueva
doctrina es la del llamado purgatorio, un lugar de estado intermedio entre el
cielo y el infierno, al cual todos deben de ir para purificarse de todo pecado
que no sea mortal. Aun los "santos" deben pasar por el purgatorio y
permanecer en él hasta ser enteramente purificados por el fuego, excepto que
logren ayuda procedente del ante dicho crédito, cosa que sólo pueden lograr
mediante las oraciones y el lucro de indulgencias que hagan y lucren los vivos
en favor
de ellos. De ahí la venta de
indulgencias. Es inútil; una desviación de las enseñanzas del Nuevo Testamento
siempre conduce inevitablemente a otras.
15.
Detengámonos ahora un momento para mostrar cuales sean
las principales diferencias entre los católicos romanos y los griegos:
(1)
En cuanto a nacionalidad, los griegos son
principalmente esclavos, los que comprenden Grecia, Rusia, Bulgaria, Serbia,
etc. Los romanos son principalmente latinos; esta Iglesia domina en Italia,
Francia, España, y la América del Sur, la Central, México, etc.
(2)
Los católicos
griegos rechazan el bautismo por aspersión o afusión; los romanos, en cambio,
practican la aspersión únicamente, pretendiendo que tienen derecho a cambiar la
forma original bíblica, que era la inmersión.
(3)
Los griegos continúan practicando la comunión infantil;
los romanos la han abandonado, aunque la enseñaron en otro tiempo, como medio
de salvación.
(4)
Los griegos
administran la comunión en ambas especies a los laicos, dándoles no sólo el
pan, sino también el vino; los romanos solos les dan el pan; el vino sólo lo
toman los sacerdotes.
(5)
Los griegos tienen sacerdotes casados; los romanos prohíben
a sus sacerdotes contraer matrimonio.
(6)
Los griegos rechazan el dogma de la infalibilidad
papal; los
romanos no sólo la aceptan, sino que
insisten en defenderla.
Tales son los principales puntos en que difieren esas dos
iglesias; fuera de eso, podrían marchar unidas. Otras diferencias de ambas
Iglesias, son: (1) Los griegos celebran sus oficios EN LENGUA VULGAR; (2) No
creen en la existencia del PURGATORIO; (3) Emplean en la comunión PAN LEUDADO;
y No tienen en sus templos IMÁGENES DE TALLA, sino cuadros o pinturas.
16.
Hemos llegado,
en nuestras disertaciones,
al siglo noveno.
Principiaremos ahora con el décimo. Es precisamente en ese
cuando tuvo lugar la separación entre las Iglesias griega y latina. Pronto
veréis, a través de los siglos, otras nuevas leyes y doctrinas, así como nuevas
y encarnizadas persecuciones. (Véase Shaff-Hersogg, tomo II, página 901)
“EL
RASTRO DE LA SANGRE”
17.
Llamo de nuevo vuestra atención a aquellos a quienes
atrapó la mano de hierro de la persecución.
Si, como parece aseverar la historia, perecieron cincuenta
millones, victimas de las persecuciones, durante los mil doscientos años de la
Edad del Oscurantismo, entonces murieron a razón de cuatro millones cada cien
años. Tal cifra casi sobrepasa los límites de lo concebible. Como ya se ha
dicho, esa mano de hierro, chorreando sangre de mártires, cayó implacable sobre
los paulicianos, los arnoldistas, los enriqueños, los petrobrusianos, los
albigenses, los valdenses y los anabaptistas; y desde luego, sobre algunos otros,
se mostró mucho más dura. Pero pasaremos rápidamente por esta horrorosa parte
de nuestra historia.
18.
Hemos llegado a otro período bastante largo de
concilios ecuménicos, pero éstos no fueron ni continuos ni consecutivos.
Con el correr de los años, hubo muchos concilios que no
fueron ecuménicos ni siquiera imperiales o de todo el imperio.
Esos concilios fueron en gran parte cuerpos legislativos,
para dictar alguna ley civil o religiosa (?), o reformarla. Pero ya se trata de
la legislación o de las mismas leyes, una y otras están en abierta oposición al
Nuevo Testamento.
Recuérdese que tales actos fueron realizados por una Iglesia
sostenida por el Estado, la que vive en complicidad con un gobierno pagano, con
el resultado de que se ha paganizado más allá de lo que el gobierno se ha
cristianizado.
19.
Cuando un pueblo desecha el Nuevo Testamento, que
contiene todas las normas necesarias para dirigir la vida cristiana del
individuo y de la Iglesia, ese pueblo se ha suicidado, arrojándose a un océano
sin límites.
Toda ley errónea - y una ley añadida a la Biblia siempre es
errónea — muy presto (sin que sea posible evitarlo) exigirá que se añada otra,
luego otra, después otra, sin solución de continuidad. Por eso fue que Cristo
no dio a sus Iglesias ni a sus predicadores poderes legislativos. Es más: es
por eso que el Nuevo Testamento termina con estas significativas palabras: "Yo protesto a todos los que oyen las
palabras de la profecía de este libro: Que si alguno añadiere a ellas cualquier
cosa, Dios descargará sobre él las plagas escritas en este libro. Y si alguno
quitare cualquier cosa de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará
su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están
escritas en Libro." (Apocalipsis, 22:18-19)
Nota: Insertamos aquí, como entre paréntesis, esta cláusula,
a manera de admonición: Que las Iglesias bautistas tengan cuidado con las
resoluciones disciplinarias o de otra naturaleza que suelen aprobarse a veces
en sus conferencias, por el peligro que se corre de que a esas resoluciones se
las considere como normas a el gobierno de la Iglesia.
20.
Los extremados límites de este librito excluyen la
posibilidad de extendernos acerca de estos concilios o asambleas legislativas;
con todo, fuerza será que digamos algunas cosas acerca de ellos.
21.
El primero de los concilios lateranenses u
occidentales, convocados por los papas, fue convocada por Calixto II, en 1123.
Estuvieron presentes alrededor de 300 obispos. En esta asamblea se decretó el
celibato de los sacerdotes católicos romanos. Desde luego, no intentaremos
exponer todo lo tratado en estas asambleas.
22.
Años más tarde,
en 1139, bajo el pontificado de
Inocencio II, se convocó otro de estos concilios, especialmente para condenar a
dos grupos de devotísimos cristianos, conocidos como petrobrusianos y
arnoldistas.
23.
Alejandro III convocó todavía otro, en 1179, cuarenta
años después del anterior. En él fueron condenados lo que ellos llamaron los
"errores e impiedades" de los valdenses y de los albigenses.
24.
Treinta y seis años exactamente después del último, se
convocó a otro, por el papa Inocencio III. Este se celebró en 1215, siendo,
según parece, el más concurrido de estos grandes concilios. Según la historia
de esta asamblea, "estuvieron presentes en ella 412 obispos, 800 abades y
priores, embajadores de la corte bizantina, y un gran número de príncipes y
nobles." Por lo abigarrado de esta asamblea, ya podéis comprender que no
fueron asuntos espirituales únicamente los que en ella se trataron.
En aquel entonces se promulgó la nueva doctrina de la
"transustanciación" que pretende convertir el pan y el vino de la
cena del Señor en el verdadero cuerpo y sangre de Cristo, después que el
sacerdote pronuncia las llamadas palabras sacramentales. Fue esta doctrina, entre
otras, la que, siglos más tarde, sacudió a los adalides de la Reforma. Según
ese dogma, todos los que participan de la comunión, comen realmente el cuerpo
de Cristo, y beben su sangre.
En esta asamblea parece que se originó un nuevo dogma, el de
la confesión auricular, consistente en la obligación de confesar los pecados de
uno al oído del sacerdote.
Pero es probable que la más cruel y
sanguinaria institución que
registra la historia de la
humanidad, impuesta jamás a un pueblo, sea la conocida como la
"Inquisición," así como otros tribunales destinados a averiguar y
juzgar los casos de "herejía."
El mundo está lleno de libros que condenan esa extrema
crueldad. Sin embargo, esa institución se originó y perpetuó por gente que
pretende ser guiada por el Señor.
Por lo que respecta a su barbarie, parece que no hay nada,
absolutamente nada, en toda la historia, que la sobrepase. Tan bárbara ha sido,
que yo no me atrevería a describirla. Me limitaré, pues, a remitir a mis
lectores a algunos de los numerosos libros que tratan de la
"Inquisición," a fin de que se enteren por sí mismos.
Pero como si no fuese ya bastante con la anterior, esta
asamblea o concilio decretó expresamente la extirpación de toda herejía.
¡Cuántas páginas luctuosas contiene la historia del mundo, escritas a causa de
esos horribles decretos!
25.
En 1229, catorce años justos después de esa terrible
asamblea, tuvo lugar otra más. Esta parece que no fue ecuménica. Se le conoce
como el concilio de Tolosa. Probablemente, uno de los asuntos más vitales de
toda la historia del catolicismo fue promulgado en esta reunión. En efecto, se
decretó que la lectura de la Biblia, el libro de Dios, se prohibiese a todos
los laicos, excepto a los sacerdotes o altos dignatarios de la Iglesia. ¡Qué
decreto tan extraño en vista de la clara enseñanza de la Palabra Divina, que
dice: "Escudriñad las Escrituras,
porque en ellas creéis tener la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio
de mi" (Juan 5:39)
26.
Todavía se convocó a otro concilio que habría de
reunirse en la ciudad de Lión. Lo convocó el papa Inocencio IV, en 1245. El
objeto por el cual fue convocado parece que fue principalmente para excomulgar al emperador Federico I de
Alemania.
La Iglesia, la esposa infiel, que aceptó vivir en
contubernio con el Estado en 313, en días de Constantino el Grande, se halla
ahora convertida en ama de casa, y como tal dicta normas éticas a los
gobiernos, a la vez que pone reyes y reinas, o bien los depone, a su voluntad.
27.
En 1274, fue convocado otro concilio, con la mira de
reunir de nuevo las dos ramas, griega y romana, de la gran Iglesia católica.
Pero fracasó completamente en lograr su propósito.
TERCERA
DISERTACIÓN
1400-1600
1.
Los tres siglos: quince, dieciséis y diecisiete,
figuran entre los más memorables de la historia de la humanidad, y muy
especialmente, de la historia del cristianismo. Dentro de la Iglesia católica,
tanto en la rama latina como en la griega, hubo una continua revolución, cuyo
objeto era el de lograr una reforma. Este
despertar de la conciencia religiosa, después
de haber dormido por tanto tiempo, y el anhelo de una genuina reforma,
comenzó, en realidad, en el siglo trece, y hasta es posible que comenzase un
poco antes. La historia parece realmente insinuarlo así.
2.
Retrocedamos un poco. La Iglesia católica, con sus
innumerables desviaciones de las
enseñanzas del Nuevo Testamento, sus muchas extrañas y crueles leyes, su estado
moral, desesperadamente bajo, así como sus manos y ropas vaheando con la sangre
de millones de mártires, se había vuelto odiosa y sumamente repulsiva aún para
muchos de sus mismos adherentes, los cuales eran mucho mejores que su propio
sistema de leyes, doctrinas y prácticas.
Varios de los mejores y más valientes y espirituales
sacerdotes y dirigentes procuraron, uno tras otro, con el mayor ardor, reformar
las leyes y doctrinas más objetables y retornar, hasta donde fuese posible, a
las sencillas enseñanzas del Nuevo Testamento. Daremos de ello algunos ejemplos
notables.
Repárese entre tanto no sólo en los lugares donde se
produjeron los primeros chispazos, anunciadores de la reforma, y cuánto
distaron unos de otros, sino también en los adalides de ese movimiento. Todos
esos adalides eran o habían sido sacerdotes o dignatarios católicos. Es que
todavía subsistía algo de bueno en medio de tanto mal. Es probable, sin
embargo, que por ese tiempo no quedase indemne ni una sola doctrina
neotestamentaria, esto es, que retuviese su pureza original.
Fijémonos ahora en algunos de los reformadores y en los
lugares donde trabajaron.
3.
Conviene tener presente, sin embargo, que por espacio
de muchos siglos antes de este gran período reformista, hubo una crecida
cantidad de personas notables que se rebelaron contra los horribles extremismos
de los católicos, y que procuraron sinceramente mantenerse leales a las
enseñanzas de la Biblia. Pero todo lo que éstos dejaron tras si fue un reguero
de sangre.
Vamos ahora a dedicar unos momentos al estudio de ese
notable período de la Reforma.
4.
Entre 1320 y 1384, hubo en Inglaterra un hombre que
trajo la atención del mundo entero. Se llamaba Juan Wiclef. Este fue el primero
de los valientes que tuvieron la osadía de emprender una verdadera reforma
dentro de la Iglesia católica. En la historia se le alude muchas veces con el
nombre de el "Lucero del Alba" de la Reforma. Se caracterizaba por
una vida fervorosa útil. Fue tal su vida, que se requerirían varios tomos para
escribir su historia. De ahí que fuese odiado (odiado y temido a la a la vez)
por los jerarcas católicos, quienes hicieron cuanto pudieron por atraparlo y
acabar con él. Pero felizmente no lograron su siniestro propósito, sino que
murió de parálisis. Pero el odio que los católicos le tenían era tan profundo,
que, años más tarde, desenterraron sus huesos, los quemaron y arrojaron sus cenizas
al agua.
5.
Siguiendo más o menos de cerca las huellas de Wiclef,
apareció en escena Juan Huss, 1373-1415, ilustre hijo de la lejana Bohemia. La
brillante luz del "Lucero del Alba" de Inglaterra había penetrado en
su alma, y respondido alegremente a ella. Fue la suya una vida denodada y
memorable, pero lamentablemente corta. Huss, lejos de excitar la cuerda
sensible de sus correligionarios católicos, excitó el miedo, el odio y la
oposición, de resultas de lo cual fue quemado en la pira pública cual mártir de
su propio pueblo, no obstante buscar el bien de éste. Cierto que amaba a Su
Señor, pero también lo es que amaba a su pueblo. Sin embargo, él fue uno de
entre los muchos millones que hubieron de morir de la misma manera que él.
6.
A continuación de Juan Huss, de Bohemia, aparece en
escena un portentoso hijo de Italia, el soberanamente elocuente Savonarola,
1452-1498, nacido treinta y siete años después que Juan Huss hubo sido quemado.
Savonarola, a semejanza de Huss, aunque era católico devoto, descubrió que los
gobernantes de su patria, Italia, lo mismo que los de Bohemia, eran contrarios
a la reforma. Pero con su poderosa elocuencia consiguió despertar algunas
conciencias y atraerse considerable número de partidarios. Pero una verdadera
reforma de la Jerarquía significaba la.ruina absoluta de las altas esferas de
la Iglesia. Y así, Savonarola, a semejanza de Huss, hubo de morir, quemado en
la pira pública.
Es posible que Savonarola haya
aventajado sobremanera a los hombres más elocuentes de aquel período; pero a
pesar de su elocuencia, como atacaba a una poderosa organización; y como la
existencia de esa institución exigía que se opusiese a la reforma, Savonarola
hubo de morir.
7.
Desde luego, al dar los nombres de los reformadores de
este período, de necesidad es que se excluyan algunos; y así sólo menciono
aquellos a quienes se refiere la historia con más frecuencia.
A continuación del pico de oro
italiano, surgió el suizo Ulrico Zuinglio, nacido antes de que Savonarola
muriese. Zuinglio floreció entre los años de 1484 y 1531.
La idea de reforma se propaga
ahora por todas partes. Los incendios que esta idea origina, se producen al
presente con más rapidez que nunca, y se extienden con gran celeridad, de tal
manera que resulta difícil extinguirlos; como que aun no había sido sofocado
sino en parte el provocado por Zuinglio, cuando otro más voraz que todos los restantes estalló en Alemania.
Zuinglio murió en
el campo de batalla.
8.Martin Lutero, acaso el más notable de todos los reformadores de los
siglos quince y dieciseis, floreció entre los años de 1483 y 1546. Como puede
verse por estas fechas, Lutero ue realmente contemporáneo de Zuinglio; como que
nació un año antes que éste, y murió quince años después. Es probable, sin
embargo, que sus grandes predecesores le hayan facilitado el cumplimiento de su
misión, y ello en una medida mucho mayor que la señalada por la historia. Es
más; mediante la dura experiencia de aquéllos y luego más tarde en forma más
acabada, mediante la suya propia, comprendió que una reforma en regla dentro de
la Iglesia romana sería completamente imposible, ya que se hubieran necesitado
demasiados expedientes. El empleo de uno exigiría otro, y éste, otro; y así,
sucesivamente, hasta lo infinito.
9.
De consiguiente, después de librar grandes batallas con
los grandes jerarcas del
catolicismo, Lutero, auxiliado por Melancton y otros alemanes
prominentes, fundó en 1530, más o menos, una institución cristiana, enteramente
nueva, conocida actualmente como la Iglesia luterana, la que pronto se
convirtió en la Iglesia de Alemania. Fue esa la primera de las nuevas
fundaciones salidas directamente de Roma, que rompieron con todo compromiso de
fidelidad y obediencia a la Iglesia madre como la llaman), y a continuar
viviendo en esa relación.
10.
Pasando por alto, por ahora, a la Iglesia de
Inglaterra, que es la que sigue en orden a la luterana en cuanto a sus
comienzos, continuaremos ocupándonos por un rato de la
Reforma en el continente.
Otro de los más grandes
reformadores fue Juan Calvino, 15091564. Aunque era francés, el teatro de sus
operaciones fue más bien Suiza. Fue éste un hombre muy capaz y dotado. Fue
mismo contemporáneo de Lutero durante 30 años; y cuando Zuinglio murió, tenía
22 años de edad.
Calvino es el fundador de la
Iglesia presbiteriana; aunque hay historiadores que afirman que el que la fundó
fue Zuinglio. Pero hay más fuertes evidencias en favor de Calvino que de
Zuinglio. Pero es incuestionable que los trabajos de Zuinglio y de Lutero
hicieron que la tarea de Calvino le resultara mucho más fácil. De consiguiente,
en 1541 (pues, según parece, fue esa la fecha), a los once años justos de haber
fundado Lutero la Iglesia luterana, comenzó a existir la presbiteriana.
En este caso, como en el de
Lutero, el fundador fue un sacerdote católico reformado, o que estuvo a punto
de serlo.
Wiclef, Huss, Savonarola,
Zuinglio, Lutero y Calvino son los seis grandes adalides que acaudillaron las
fuerzas de la Reforma en las batallas contra el catolicismo, al que golpearon
hasta hacerlo trastabillar.
11.
En 1560, diecinueve años después que Calvino fundó la
Iglesia de Ginebra, Juan Knox, discípulo de Calvino, estableció la primera
Iglesia presbiteriana en Escocia; y treinta y dos más tarde, en 1592, esa misma
Iglesia presbiteriana se transformó en Iglesia del Estado escocés.
12.
Durante estas recias luchas en favor de la Reforma,
muchos anabaptistas prestaron su ayuda a los reformadores. Aquéllos, creyendo y
esperando hallar algún alivio a su dura suerte, salieron de sus escondites y
lucharon denodadamente al lado de los reformadores; pero pronto sufrieron un
terrible desengaño. En adelante, tuvieron que habérselas con otros dos
enemigos: los luteranos y los presbiterianos, que al salir del catolicismo,
llevaron consigo muchos de los males que caracterizaban a éste, entre otros, su idea de una Iglesia del Estado. De
ahí que muy pronto se convirtiesen una y otra denominación en Iglesias del
Estado. Ello hizo que las dos pronto se embarcasen en la empresa de perseguir a
otros, aunque sin llegar a los extremos de su católica madre.
"EL
RASTRO DE LA SANGRE"
Triste y horrible fue la suerte de estos pacientísimos anabaptistas.
Ahora el mundo ya no les ofrece ningún lugar seguro donde puedan ocultarse.
Ahora cuatro implacables perseguidores siguen furiosos, su rastro. Seguramente
que fue el suyo un "Rastro de Sangre."
13.
Durante este mismo período, surgió otra denominación,
no en el continente, sino en Inglaterra, la cual precedió en varios años a la
presbiteriana. Su origen no se debió tanto a la idea de Reforma (aunque ésta
facilitó su aparición) cuanto a una ruptura o división en las filas católicas.
Fue ésta más semejante a la visión o cisma que se produjo en 869, cuando los
católicos orientales se separaron de los occidentales, distinguiéndose ambas
iglesias desde entonces en la historia con los nombres de Iglesia católica
griega e Iglesia católica romana.
La división a que nos referimos ahora ocurrió más o menos de
esta manera:
El rey Enrique VIII de Inglaterra se había casado con
Catalina de Aragón; pero desgraciadamente, poco tiempo después, inquieto
corazón se prendó de Ana Bolena; por esta causa, quiso divorciarse de Catalina,
para casarse con Ana. Pero en aquel entonces no era nada fácil lograr
divorciarse; sólo el papa podía conceder el divorcio; y como él, por especiales
motivos, rehusó otorgarlo, Enrique se sintió profundamente apenado. Pero
considerando que era rey, se creyó autorizado para hacer lo que le diese en
gana.
Su primer ministro (que a la sazón lo era Tomás Cromwell) se
burló del rey, diciéndole: ¿Por qué os sometéis a la autoridad papal a ese
respecto? Enrique aceptó la sugestión, y se constituyó a sí mismo cabeza de la
Iglesia de Inglaterra. Tal fue el origen de esa nueva Iglesia. Ese paso se dio
en 1534 ó 1535. Por el momento, ningún cambio de doctrina se hizo; todo se
redujo a desconocer y sacudir la autoridad del papa. La verdad es que Enrique
nunca llegó a ser realmente un protestante sincero, como lo demuestra el que
murió en la fe católica.
14.
Pero esta división trajo como resultado un notable
cambio, o reforma. En efecto, si bien fue imposible reformar la Iglesia
Católica bajo la autoridad papal, sin salir de ella, como ocurrió en el caso de
Lutero y de otros, ello fue posible después de la antedicha división; y así,
Cramer, Latimer, Ridley y otros introdujeron algunos cambios notables; pero
esos cambios los pagaron más tarde muy caros, cuando María la sanguinaria, hija
de la repudiada Catalina, ascendió al trono de Inglaterra y restableció el
catolicismo, con el papa a la cabeza. Esa temible y espantosa reacción
terminó al fin de los cinco azarosos y sangrientos años
que duró el reinado de María. Muchas fueron las cabezas que cayeron bajo la
sangrienta hacha de esa soberana, pero, al final, también cayó la suya.
Como el pueblo inglés le había tomado gusto a la libertad,
cuando Isabel, hija de Ana Bolena (por causa de la cual se había Enrique
divorciado de Catalina) ascendió al trono, la Iglesia de Inglaterra sacudió una
vez más el yugo papal, y fue restablecida de nuevo.
15.
De esta manera, antes de fines del siglo dieciséis,
había cinco Iglesias sostenidas por el Estado: la ortodoxa griega, la
católica romana, la anglicana, la luterana y la de Escocia, conocida como
presbiteriana. Todas ellas se mostraron implacables en su odio y persecución de
los llamados anabaptistas, valdenses y demás iglesias disidentes que no habían
tenido jamás relación alguna con los católicos. La gran ayuda que habían
prestado durante las luchas de la Reforma había sido echada en olvido o se ignoraba
enteramente a la sazón, con el resultado de que muchos millares más de
disidentes, incluso mujeres y niños, perecían cada día a consecuencia de las
interminables persecuciones. De esa forma, la gran esperanza despertada por la
Reforma resultó una sangrienta desilusión. Los que quedaron hallaron refugio no
muy seguro en los amigables Alpes y otros ocultos lugares del mundo.
16.
Estas tres nuevas Iglesias separadas de Roma o salidas
de
ella, retuvieron muchos de sus
dañosos errores. He aquí algunos de ellos:
(1)
Gobierno prelaticio; pues sólo difiere en la forma.
(2)
Iglesia sostenida por el Estado. t (3) Bautismo
infantil.
(4)
Bautismo por aspersión o afusión.
(5)
Creencia en la regeneración bautismal (unos más, otros
menos), si ha de creerse a muchos de sus historiadores. (6) La persecución de
otros (al menos durante algunos siglos).
17.
Al principio,
todas estas Iglesias del Estado se perseguían unas a otras, lo mismo que a
cualquier otra; pero en un concilio celebrado en Augsburgo en 1555, se firmó un
tratado le paz, conocido como la Paz de Augsburgo, entre los católicos,"
por un lado, y los "luteranos," por el otro, en virtud del cual se
comprometían a no perseguirse unos a otros. Dejadnos en paz," decían,
"y nosotros haremos lo propio con vosotros."
Para los católicos, luchar contra
los luteranos significaba la guerra en
Alemania; y para los luteranos,
luchar contra los católicos o perseguirlos, significaba la guerra con todos los
países donde los católicos predominaban o eran mayoría.
EL
RASTRO DE LA SANGRE"
18.
Pero las
persecuciones no cesaron entonces.
De los odiados
anabaptistas, llamados ahora bautistas, no obstante todas sus anteriores
persecuciones y el hecho horroroso de que había ya muerto cincuenta millones de
mártires, todavía existía número considerable de ellos.
En este mismo periodo se vio algo verdaderamente inaudito.
En un solo camino europeo se colocaron estacas a pocos pies de distancia unas
de otras, en un trayecto de unos cincuenta kilómetros, y en la aguzada punta de
cada una, fue colocada la ensangrentada cabeza de un mártir anabaptista.
La imaginación apenas puede describir una escena tan
horrorosa, perpetrada, sin embargo, por un pueblo que se llamaba a si mismo
seguidor del manso y humilde Jesús.
19.
Recuérdese que los católicos no miran la Biblia como la
sola regla y guía de fe y de conducta. Afirman, sí, que es infalible, pero que
hay otras normas de tanta autoridad como ella, a saber, los escritos de los
padres y los decretos de la Iglesia o las declaraciones del papa infalible.
He aquí que nunca se pudo celebrar un debate en regla entre
un católico y un protestante o un bautista, porque nunca se pudo llegar a un
acuerdo final. Lo que es con los católicos, no es posible zanjar ninguna
cuestión empleando únicamente la Biblia.
20.
Tomemos, como ejemplo, la cuestión del bautismo y la
autoridad final tocante al acto y al modo de celebrarlo. Ellos dirán que la
Biblia enseña, sí, sin lugar a dudas, el bautismo y que también enseña que debe
practicarse por inmersión únicamente. Pero por otra parte pretenden que a su
infalible Iglesia le asistió perfecto derecho para cambiar la inmersión por la
aspersión o la afusión; pero que otros no tienen ese derecho o autoridad, sino
sólo el papa, por ser infalible.
21.
Bueno será que llamemos aquí la atención a algunos
hechos relacionados con la Biblia,
ocurridos durante estas horribles centurias.
Téngase presente que la Biblia no estaba impresa ni había
papel para imprimirla, dado caso que la imprenta se hubiese inventado. Tampoco había papel para
escribirla, sino el pergamino, hecho de piel de cabra y de oveja, y el papiro
(fabricado con la médula de cierta planta llamada de ese nombre) era el
material usado para escribir, De ahí provenía que un libro tan grande como la
Biblia, escrito a mano con un estilo, no con una pluma como las que hoy se
usan, fuese probablemente demasiado voluminoso, para que un hombre lo pudiese
llevar fácilmente consigo. Y así, por lo que se sabe, nunca hubo más de unas
treinta Biblias completas en todo el mundo. Muchas partes de ella, como por
ejemplo: de Mateo, Marcos, Lucas, Juan o los Hechos, o las Epístolas, o el
Apocalipsis o del Antiguo Testamento, sí eran comunes.
Uno de los más grandes milagros que registra la historia
universal, según mi manera de pensar, es la unanimidad del pueblo de Dios en
creer los principales artículos de la fe cristiana. Claro está que eso se debe
a la acción directa de Dios.
¡Cuan glorioso es el que todos tengamos ahora un ejemplar de
toda la Biblia en nuestra propia lengua.
22.
Bueno será
también que todos nos detengamos a considerar otro hecho vital
relacionado con la Biblia.
En la precedente disertación ya se lo ha mencionado como
paso, de ahí que convenga traerlo de nuevo aquí a colación.
Tratase de la decisión tomada por los católicos en el
concilio de Tolosa, en 1229, cuando se acordó prohibir la lectura de la Biblia,
Palabra de Dios, a la vasta mayoría de sus adeptos, los laicos. Y conste que yo
no hago sino referir aquí lo que se expresó en aquel concilio. No hace mucho,
me dijo un católico: Nuestro propósito al hacer eso no es otro que el impedir
que cada uno la interprete según su criterio particular.
¿No sería realmente singular el que Dios hubiese escrito un
libro para su pueblo y que luego no quisiese que ese mismo pueblo lo leyese?
Sin embargo, según ese mismo libro, en el día del juicio todos serán juzgados
de acuerdo con sus enseñanzas. No es extraño que ese libro diga: "Escudriñad las Escrituras, porque en
ellas creéis tener la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.”
¡Cuan terrible es la responsabilidad asumida por los católicos sobre ese
particular!
CUARTA
DISERTACIÓN
Siglos
17,18 y 19
1.
Esta disertación principia con los comienzos del siglo
diecisiete.
Hemos pasado muy aprisa por muchos eventos importantes de la
historia del cristianismo, pero la necesidad nos obligó a ello.
2.
Este período de tres siglos comienza con el origen de
una denominación enteramente nueva: la congregacionalista. Es de justicia decir
que algunos historiadores le asignan como fecha de su comienzo el año de 1602.
Sin embargo, Schaff-Herzogs, en su Enciclopedia, fija su principio mucho más
antes, en el siglo dieciséis, haciéndola coetánea de la luterana y la
presbiteriana. Como durante el gran
movimiento reformista, muchos que salieron de Roma no estaban satisfechos con
la magnitud de la reforma realizada por Lutero y Calvino, ni con el gobierno
prelaticio, resolvieron retornar a la idea democrática del Nuevo Testamento,
sostenida durante quince siglos por los que se habían negado a entrar en la
jerarquía creada por Constantino.
3.
Como la contención de esta nueva denominación tocante a
la reforma de ese particular fue terminante, le acarreó una odiosa persecución
de parte de los católicos, los luteranos, los presbiterianos y los anglicanos,
es decir, de todas las Iglesias sostenidas por el Estado.
Pero estos mismos congregacionalistas retuvieron muchos
errores fraguados por los católicos, como ser: el bautismo infantil, afusión o
aspersión como formas de bautismo; finalmente, adoptaron y practicaron en grado
extremo la idea de la unión de Iglesia y el Estado. Es más: después de
refugiarse en América ellos también se transformaron en crueles perseguidores.
4.
El nombre de "independientes," o
"congregacionalistas," como ahora se llaman, se deriva de su sistema
de gobierno.
En Enciclopedia de Schaff Y Herzogs
contiene algunos de los
principios que distinguen a los
congregacionalistas ingleses. Helos aquí:
(1) Que
Jesucristo es la única cabeza de la Iglesia, y la palabra de Dios su único
estatuto.
(2) Que
las Iglesias visibles son asambleas distintas compuestas de hombres piadosos,
separados del mundo con fines puramente religiosos, y no deben confundirse con
el mundo.
(3) Que
estas Iglesias separadas tienen plenos poderes para elegir sus propios
ministros y demás servidores, y para mantener su propia disciplina.
(4) Que
con respecto a su régimen interno, cada Iglesia es independiente de todas las
demás, lo mismo que de toda intervención del Estado en sus asuntos.
5.
¡Cuánto difieren estos principios de los del
catolicismo y hasta de los del
luteranismo, del presbiterianismo, o del episcopalismo de la Iglesia de
Inglaterra! ¡Y cuan semejantes son los de los bautistas de hoy y de todos los
siglos pasados, y a las enseñanzas originales de Cristo y sus apóstoles!
6.
En 1611 apareció la versión inglesa de la Biblia del
rey Jaime. Hasta entonces nunca se le había proporcionado al pueblo la palabra
de Dios con tanta amplitud.
Cosa notable, desde que comenzó la diseminación de la
Palabra de Dios en gran escala, comenzó también la declinación del poder papal;
también comenzó a tomar cuerpo, después de muchos siglos, la idea de la
"libertad religiosa."
7.
En 1648, se firmó el tratado de paz de Westfalia. Entre
otras cosas resultantes de ese pacto de paz, se halla el triple acuerdo entre
católicos, luteranos y presbiterianos,
de no perseguirse ya más los unos a los otros.
Las persecuciones entre esas denominaciones significaba la
guerra con los gobiernos que las apoyaban. Pero los otros cristianos,
especialmente los anabaptistas, continuaron siendo hostilizados por esas
denominaciones con la misma dureza que antes, siendo objeto de persistente
persecución.
8.
Durante todo el siglo diecisiete, la persecución contra
los valdenses, los anabaptistas y los bautistas (pues ahora el ana fue abandonado en algunas partes)
prosiguió siendo sumamente severa. En Inglaterra, por la Iglesia anglicana,
como los atestiguan Juan Bunyan y muchos otros, en Alemania, por los luteranos;
en Escocia, por la Iglesia escocesa o presbiteriana; en Italia, Francia y en
todas partes donde el papismo predominaba, por los católicos. Ahora mismo, no
hay paz para los que no concuerdan con las Iglesias del Estado, o con alguna de
ellas.
9.
Un hecho significativo, bien establecido por historiadores
fidedignos, es el de que ya en el siglo cuarto, los que rehusaban entrar en la
jerarquía y se negaban a aceptar como válido el bautismo de los bautizados en
la infancia, y la doctrina de la regeneración bautismal, y exigían el rebautizo a los que, procedentes de la Iglesia de la
jerarquía, querían unirse con ellos eran llamados "anabaptistas," no
importa cuál fuese el nombre que llevasen, eran siempre designados por ese
sobrenombre.
Pero cerca del siglo dieciséis, el prefijo ana fue eliminado, quedando tan sólo el de
"bautistas." Desde entonces, todos los otros nombres desaparecieron.
No cabe duda de que si BUNYAN hubiese vivido en una época
anterior a la en que vivió, sus seguidores habrían sido llamados
"BUNYANISTAS" o "ANABAPTISTAS." Hasta es muy probable que
fuesen designados con ambos a DOS nombres, y como lo fueron otros que le
precedieron.
10. El
nombre "bautista" es un apodo, el cual les fue dado por sus enemigos
(excepto que les haya sido dado por el mismo Salvador cuando se refirió a Juan
como "el Bautista")- Hasta el presente, ese nombre nunca ha sido
adoptado oficialmente por ningún grupo de bautistas. Sin embargo, ha adquirido
fijeza, siendo aceptado con gusto y llevado con orgullo, pues es muy adecuado.
Fue ese el nombre que distinguió al precursor de Cristo, el primero en enseñar
la doctrina que los bautistas actualmente sostienen.
11. Citaré
ahora una declaración muy significativa de la Enciclopedia de Schaff y Herzogs,
tomo I, pág. 210, artículo historia de los Bautistas en Europa": "Los
bautistas aparecieron primeramente en Suiza por el año de 1523, donde fueron
perseguidos por Zuinglio y los papistas. Entre los años de 1525 y 1530, se los
encuentra constituidos en grandes Iglesias muy bien organizadas en el Sur de
Alemania, en el Tirol y en la Alemania Central. En todos esos lugares, sus
vidas fueron amargadas con las persecuciones. (Nótese bien, que todo esto es
anterior a la fundación de las Iglesias protestantes - luterana, episcopal, o
presbiteriana.)
Continuemos
citando.
"La moravia había prometido un hogar de mayor libertad;
hizo que muchos bautistas emigrasen allá, pero sólo para contarse con sus
esperanzas desvanecidas. Después de 1534, son numerosos en el Norte de
Alemania, en Holanda, Bélgica y en las provincias valonas. Todavía se
multiplicaron durante el gobierno del duque de Alba, en los Países Bajos, donde
demostraron gran celo misionero."
Repárese en la expresión "celo misionero." ¡Y
pensar que haya gente que diga que los primitivos bautistas eran hardshells —
obstinados, inflexibles - (o antimisioneros)...
¿De dónde vinieron esos bautistas? Desde luego que no
salieron de entre los católicos, durante la Reforma, puesto que antes de ese
movimiento ya tenían grandes Iglesias.
12.
Por ese asunto de vital importancia, notemos los
siguientes cambios religiosos que tuvieron lugar en Inglaterra en el transcurso
de los siglos:
El Evangelio fue llevado a las Islas Británicas por los
apóstoles; esas islas continuaron siendo apostólicas en su religión hasta que
se hubo creado la jerarquía, a principios del siglo IV; en realidad, hasta un
siglo después de ese acontecimiento. Luego cayó bajo el poder de la jerarquía,
la que se fue convirtiendo rápidamente en la Iglesia católica. Y así, católica,
se mantuvo como religión del Estado, hasta el cisma de 15341535, ocurrido
durante el reinado de Enrique VIII. Entonces comenzó a llamarse Iglesia de
Inglaterra. Dieciocho años más tarde, 1553-1558, durante el reinado de María,
la Sanguinaria, Inglaterra volvió al catolicismo, al que siguió un sangriento
período de cinco años. Luego ascendió al trono su media hermana Isabel, hija de
Ana Bolena, en 1558. Los católicos fueron nuevamente desalojados, y la Iglesia
anglicana volvió a ser restablecida; y así siguieron las cosas por espacio de
un siglo más o menos, cuando la Iglesia presbiteriana logró predominar por un
corto tiempo. Y según parece, llegó a ser por un corto espacio de tiempo
Iglesia de Inglaterra al par que de Escocia. Sin embargo, después de la época
de Oliverio Cromwell, la Iglesia anglicana resurgió de nuevo y ha continuado
siendo desde entonces la Iglesia del Estado.
13.
Obsérvese como se fue mitigando gradualmente en
Inglaterra lo duro y acerbo de las persecuciones religiosas de la Iglesia del
Estado, realizadas durante más de un siglo:
(1) (1)
El primer decreto de tolerancia apareció en 1688, ciento cincuenta y
cuatro años después de la fundación de
esta Iglesia. Por ese decreto, se permitía el ejercicio de todos los cultos,
con excepción del católico y el unitario.
(2) El
segundo decreto, del mismo tenor, se publicó en 1778, ochenta y nueve años
después del anterior. Por ese decreto se permitía también a los católicos el
ejercicio de su culto, pero se excluía a los unitarios.
(3) El
tercer decreto de tolerancia se promulgó en 1813, treinta y cinco años más
tarde que el precedente. Este incluía a los unitarios.
(4) En
1828-1829 fue promulgado el decreto conocido como el "decreto de
ensayo," por el cual se concedía a los "disidentes" de la
Iglesia anglicana acceso a los empleos públicos y aún a los cargos
parlamentarios.
(5) En
1836-1837 y 1844 los decretos de "inscripción" y de
"matrimonio." En virtud de esos dos decretos se les reconocía validez
a los bautismos y matrimonios celebrados por los disidentes.
(6) En
1854 apareció "la ley de reforma." Por esta ley, se les abrían las
puertas de las universidades de Oxford y Cambridge a los estudiantes
disidentes. Hasta entonces, ningún hijo de disidente podía entrar en ninguna de
esas dos grandes instituciones.
14. Tal
ha sido el avance del progreso hacia la "libertad religiosa" en
Inglaterra. Pero es probable que estén en lo cierto los que dicen que no puede
haber verdadera "libertad religiosa" en un país en que no existe una
religión del Estado. Cuando mucho, habrá tolerancia religiosa, lo cual dista
mucho de la libertad. Mientras haya en un país una denominación religiosa
sostenida por el gobierno con exclusión de todas las demás, no será posible la
absoluta libertad religiosa ni la igualdad.
15. A
principios del siglo dieciocho vinieron al mundo en Inglaterra tres niños que
estaban destinados a ejercer grande perdurable influencia en el mundo. Esos
niños fueron Juan y Carlos Wesley, y Jorge Whitfield.
Juan y Carlos nacieron en Epworth (de ahí proviene el nombre
de Liga Epworth); el primero nació el 28 de junio de 1703; y el segundo, el 29
de marzo de 1708. Jorge Whitfield nació en Gloucester, el 29 de diciembre de
1714.
No es posible referir aquí las vidas de estos muchachos,
aunque valdría la pena contarlas, y luego volverlas a contar.
Estos tres jóvenes fueron, andando el tiempo, padres y
fundadores del metodismo.
Los tres eran miembros de la Iglesia anglicana, quienes
estudiaban en Oxford para ministros de esa Iglesia, si bien no eran, por ese
entonces, todavía convertidos, lo cual no era nada extraño entre el clero
inglés (fuera de que en esa época era frecuente el que los padres decidiesen
por sí mismos qué carrera habían de seguir sus hijos). Pero más tarde, esos
tres jóvenes experimentaron una genuina y maravillosa conversión.
16.
A lo que parece, ellos no deseaban fundar una nueva
denominación. Lo que más bien deseaban (y por ello lucharon con gran esfuerzo)
fue un gran avivamiento de la religión en toda su pureza, y una reforma en la
Iglesia de Inglaterra. Tal fue lo que procuraron con ahínco en Inglaterra y
América.
Pero su Iglesia no tardó en cerrarles las puertas, de ahí
que celebrasen sus reuniones al aire libre y en casas particulares, o, como en
el caso de Whitfield, en los templos de
otras denominaciones. Whitfíeld era tan elocuente que atraía mucho la atención
por donde quiera que iba.
17.
La fecha precisa de la fundación de la Iglesia
metodista es difícil de precisar. Está fuera de duda, sin embargo, que el
metodismo es más antiguo que la Iglesia de ese nombre. Pues antes de que esos
tres jóvenes dejasen la universidad, ya se los calificaba de metodistas.
Sus primeras agrupaciones fueron llamadas
"sociedades;" y su primera conferencia fue realizada en Inglaterra,
en 1744.
La Iglesia Metodista Episcopal se constituyó oficial y
definitivamente en América, en la ciudad de Baltimore, en 1784. Desde entonces,
ha crecido de una manera realmente maravillosa.
Sin embargo, los fundadores del metodismo, al salir de la
iglesia anglicana, llevaron consigo un número de errores de la madre y la
abuela; por ejemplo, el episcopado, o sea el gobierno ciado; y a causa de ello
tuvieron muchas luchas intestinas y divisiones; y a lo que parece, todavía
habrá otras. También tiene bautismo infantil y la aspersión como forma de
administrarlo.
Sin embargo, tiene algo que no trajeron consigo al salir del
anglicanismo, y ello es una genuina religión espiritual.
18.
El 12 de septiembre de 1788 nació en Irlanda, un niño
que estaba destinado, con el correr de los años, a producir una agitación
religiosa en algunas partes del mundo, y a ser el fundador de una nueva
denominación religiosa. Ese niño fue Alejandro Campbell, hijo de Tomás
Campbell, ministro presbiteriano, quien se
trasladó a América en 1807. Pero Alejandro, su hijo, a causa de hallarse
entonces cursando sus estudios, se le unió más tarde.
Como sus opiniones religiosas experimentaron un gran cambio,
dejaron a los presbiterianos y constituyeron un cuerpo independiente, que ellos
llamaron "Asociación Cristiana." En 1811, adoptaron la inmersión como
forma de bautismo, y lograron persuadir a un predicador bautista que los
bautizase, pero con la expresa condición de que no se unirían a la Iglesia
Bautista. Y así, padre, madre e hijo fueron bautizados.
En 1813, su independiente iglesia se unió
a la Asociación
Bautista de Red Stone (de la Piedra
Roja). Diez años más tarde, a causa de una controversia, dejaron esa asociación
y se unieron a otra; pero como continuaron las disputas, también dejaron esa
asociación. Es de justicia decir que ellos nunca habían sido bautistas, ni nunca
pretendieron serlo, hasta donde lo demuestran las memorias que yo he podido
consultar.
19.
No sería enteramente fiel a la historia cristiana y muy
especialmente a la de los bautistas, si no dijera algo en estas disertaciones
acerca de Juan Bunyan, en cierto sentido uno de los hombres más célebres de la
historia de Inglaterra y aun del mundo entero, ya como predicador bautista, ya
como preso, durante doce años, en la cárcel de Bedford (por predicar el
Evangelio), ya como autor del libro más célebre y de más circulación en el
mundo, después de la Biblia: "El Progreso del Peregrino" escrito
mientras estuvo encarcelado. Sí, Juan Bunyan, es uno de los ejemplos más
notables de lo acerbo de la persecución religiosa.
¿Y qué diremos del relato acerca de María Bunyan la
cieguecita hija de nuestro héroe, relato que debiera figurar en los anaqueles
de todas las bibliotecas de las Escuelas Dominicales? Esa biografía estuvo
agotada mucho tiempo, pero creo que ahora se está reimprimiendo. Casi me atrevo
a desafiar a cualquier hombre, mujer, niño o niña a que no es capaz de leerla
sin derramar alguna lágrima.
20.
Otra cosa acerca de la cual es preciso decir algunas
palabras, cuando menos, es la referente a Gales y a los bautistas de ese país.
Uno de los relatos más conmovedores de la historia del
cristianismo es precisamente el de los bautistas de Gales. Los bautistas de los
Estados Unidos deben mucho más a sus hermanos del país de Gales de lo que
muchos de nosotros nos figuramos.
En efecto, hubo algunas Iglesias bautistas en aquel país que
emigraron en masa a los Estados Unidos (Orchard, p. 21-23; Ford, cap.
2.)
21.
El relato de los orígenes de la obra cristiana en Gales
es sobremanera fascinante; y a lo que parece, es verídico. Esa historia se
remonta a los tiempos del Nuevo Testamento (Hechos 28:30-31; 2Tim. 4:21).
El relato de Claudia y Pudente, en el que se refiere su
visita a Roma y la conversión de ambos a Cristo bajo la predicación de Pablo; y
como luego regresan a Gales, su patria, a donde llevan el Evangelio, es sorprendentemente
interesante.
Pablo ganó con su predicación a Claudia y a Pudente el año
53. Estos, a su regreso a Gales, llevaron consigo a otros, y a dos
predicadores. De esta forma, llevaron el Evangelio a Inglaterra y, en especial,
a Gales.
Cuanto hayan ayudado los bautistas de Gales a los de los
Estados Unidos, es de difícil apreciación.
DISERTACIÓN
QUINTA
La religión en los Estados Unidos
1.
Mediante los españoles y otras razas latinas, los
católicos llegaron a ser los primeros representantes de la religión cristiana
en la América del Sur y la Central. Pero en la del Norte, con la acepción de
México, nunca alcanzaron fuerte preponderancia.
En el territorio que hoy comprenden los Estados Unidos, era
de las partes que fueron de México, nunca fueron bastantes fuertes, ni aun
durante el período de la colonización, como para lograr el apoyo oficial del
Estado.
2.
Comenzando con la época colonial, a principios del
siglo diecisiete, las primeras colonias, se establecieron en Virginia, y algo
más tarde, en el territorio conocido ahora como los Estados de Nueva
Inglaterra.
Las persecuciones religiosas o, hablando con más propiedad,
irreligiosas, en Inglaterra y en el Continente fueron las principales causas de
que se estableciesen las primeras colonias en el territorio de los Estados
Unidos.
Entre los primeros grupos de inmigrantes, con excepción del
grupo de 1607 y los conocidos como los "peregrinos" (1620), había dos
grupos, uno llamado de los "puritanos," que se componía de
congregacionalistas. El gobernador de su colonia era Endicott. El otro grupo
era de presbiterianos. Entre estos dos grupos, había, sin embargo, un número de
cristianos que tenían opiniones diferentes, que también buscaban escapar de la
persecución.
"EL
RASTRO DE LA SANGRE EN AMERICA"
3.
Estos refugiados congregacionalistas y presbiterianos
fundaron distintas colonias, y en ellas establecieron sin tardanza, con fuerza
de ley, sus peculiares creencias religiosas. En otras palabras, el
congregacionalismo y el presbiterianismo fueron declarados, con carácter legal,
las formas religiosas respectivamente de los congregacionalistas y de los
presbiterianos, con exclusión absoluta de todas las demás creencias religiosas.
Pero cosa notable, estos mismos que apenas acaban de salir
huyendo, de la madre patria, con las sangrientas marcas de la persecución aún
frescas, para buscar un refugio en una nueva tierra de libertad, no bien se
establecen en sus respectivas colonias, cuando niegan la libertad religiosa a
los que disienten de ellos, y observan los mismos métodos de cruel persecución
con ellos, y por modo especial con los bautistas.
4.
Las colonias del Sur de Virginia y las de la Carolina
del Norte y del Sur estaban
constituidas principalmente por adherentes de la Iglesia de Inglaterra, con el
resultado de que las doctrinas y prácticas peculiares de esa Iglesia
constituyeron la religión oficial de esas colonias. De esta manera, en las
nuevas tierras de América, a donde muchos otros congregacionalistas,
presbiterianos y episcopales habían venido, creyendo disfrutar del derecho de
adorar a Dios según los dictados de su conciencia, pronto hubo tres Iglesias
del Estado. De consiguiente, no había libertad religiosa sino únicamente para los que sostenían la
autoridad del Estado. Como se ve, las hijas de Roma siguen las sangrientas
huellas de su madre; y su reforma está muy lejos todavía de ser completa.
5.
Entre los que emigraron
a América había muchos bautistas dispersos, llamados todavía por algunos
"anabaptistas." es probable que en
cada barco destinado a América se encontrasen algunos. Pero, en
general, llegaban al nuevo mundo en pequeños grupos; jamás en grandes colonias,
porque no se les permitiría viajar en esa
forma. Sin embargo, continuaron llegando; tanto que antes de que las
colonias se establecieran completamente, los bautistas ya eran numerosos en
todas partes.
Pero muy pronto comenzaron a sentir la
mano dura de las
Iglesias del Estado.
Por el simple hecho de "predicar el Evangelio," y
"rehusar bautizar a sus hijos," "oponerse al bautismo infantil"
y otras cosas inaceptables para sus conciencias, eran arrestados, encarcelados,
multados, azotados y expulsados, y sus propiedades, confiscadas. ¡Y todo eso en
América! Podría alegar muchos ejemplos, pero me limitaré a dar unos cuantos.
6.
No habían transcurrido aún veinte años desde que se
había fundado la Colonia de la Bahía de Massachusetts, cuya Iglesia oficial era
la Congregacional, cuando aprobaron una ley contra los bautistas y otros
disidentes. He aquí un ejemplo de tales leyes:
"Ordenamos y disponemos que si alguna persona, dentro
de nuestra jurisdicción, condenare públicamente el bautismo de infantes, o se
opusiere a él, o anduviere en secreto seduciendo a otros para que condenen tal
práctica, o se saliere de la congregación en el momento de administrarse ese
rito... después de dársele tiempo y de procurar persuadirla, si no se corrige,
será desterrada."
Esta ley fue
dictada especialmente contra los bautistas.
7.
El resultado fue que Rogerio Williams y otros más
fueron expulsados. Ser expulsado de aquellas colonias en aquellos días era cosa
gravísima; ya que ello significaba tener que ir a vivir entre los indios. Pero
felizmente Williams fue recibido amablemente por ellos, entre quienes vivió
largo tiempo.
La residencia de Williams entre los indios resultó
providencial para la colonia que lo había expulsado, ya que debido a su
influencia y a sus ruegos, pudo evitar que aquellos indígenas destruyesen dicha
colonia.
De esta manera Williams devolvió a
sus enemigos bien por mal.
8.
Rogerio Williams, más tarde, juntamente con otros,
algunos de los cuales habían sido, como él, proscritos de aquella y de otras
colonias, entre los cuales se contaba Juan Clarke, predicador bautista,
decidieron fundar una colonia para ellos. Verdad es que no tenían autoridad
legal de Inglaterra para hacer tal cosa; con todo, creyeron que ese paso era
más aconsejable, bajo las presentes circunstancias, que tratar de vivir en las
colonias existentes a la sazón bajo las horribles restricciones religiosas a
que tendrían que someterse, de avecindarse en ellas.
Habiendo, pues, hallado una pequeña extensión de tierra que
ninguna de las colonias existentes reclamaba como suya, se establecieron en
ella, la que se conoce ahora como Rhode Island eso ocurrió en 1638, diez años
después de la fundación de la Colonia de la Bahía de Massachusetts. Pero sólo
quince años más tarde (1663) pudieron obtener la autorización real.
9.
En 1651 (?) Rogerio Williams y Juan Clarke fueron
enviados por la Colonia a Inglaterra para conseguir, si ello fuera posible, la
autorización real para el establecimiento legal de la Colonia.
Cuando llegaron a Inglaterra ejercía el gobierno Oliverio
Cromwell, pero por alguna causa que se ignora, no accedió a su pedido.
Entonces Rogerio
Williams regresó a América, quedando
Clarke en Inglaterra para continuar las gestiones. Pasaban los años, y Clarke
seguía esperando. Por último, Cromwell perdió su cargo, y Carlos II subió al
trono de Inglaterra.
Aunque la historia considera a ese monarca como cruel
perseguidor de los cristianos, con todo, acabó por conceder a la autorización,
en 1663, con lo cual Clarke pudo regresar a América con ella después de haberla
esperado doce años.
Así que en 1663, la
Colonia de Rhode Island quedó convertida en legal institución real, y los
bautistas pudieron darse su propia constitución.
10.
Escrita esa constitución, atrajo la atención del mundo
pero, por ser la primera que consignaba la libertad religiosa.
La lucha por la libertad religiosa, en América solamente
tiene una gran historia.
Durante largo tiempo, los bautistas hubieron de luchar solos
completamente por esa conquista, pero no lo hicieron para ellos únicamente,
sino para todos los que profesan alguna creencia.
Rhode Island, la primera colonia,
establecida por un grupo bautista, después de doce años de gestionar el permiso
para constituirla legalmente, fue el primer lugar de la tierra donde la
libertad religiosa fue convertida en ley del país. La fundación tuvo lugar en
1638, pero su establecimiento legal data de 1663.
11.
En esa Colonia, aun antes del reconocimiento legal, se
constituyeron dos Iglesias bautistas. Respecto a la fecha de su fundación, los
historiadores, sin excluir a los bautistas, no están de acuerdo, por lo menos
en cuanto a una. Por lo que hace a la de Providencia, fundada por Rogerío
Williams, todos, a lo que parece, están contestes en que se fundó en 1639.
Cuanto a la fecha de la que se estableció en Newport, por
Juan Clarke, los testimonios más recientes, dan como fecha probable la de 1638.
Pero los más antiguos dan otra algo más tardía; la diferencia, sin embargo, es
sólo de unos años.
La constituida por Rogerio Williams parece que sólo
subsistió unos meses; en cambio, la fundada por Clarke, todavía existe.
Mi opinión referente a la fecha de la fundación de la de
Newport, basada en todos los datos aprovechables, es que se fundó en 1638. Yo
creo que esa es la fecha correcta.
12.
Referente a las persecuciones en algunas de las
colonias americanas, daremos algunos ejemplos.
Refieren las crónicas que en cierta ocasión se encontraba
enfermo uno de los miembros de la Iglesia de Clarke. El enfermo vivía en la
línea fronteriza de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, pero dentro del
territorio de esa Colonia, Juan Clarke, en compañía de un predicador visitante
llamado Crandall y un laico, llamado Abdías Hoimes, fue a visitar al aludido
enfermo. Estando en esa casa, y mientras celebraban una especie de culto de
oración, se presentaron unos funcionarios de la Colonia, quienes arrestaron a
los tres, entregándolos más tarde a los tribunales para su procesamiento. Añade
la crónica que con el objeto de obtener mayores pruebas de culpabilidad de los
acusados, se los llevó a una reunión religiosa de esa Colonia, con las manos
atadas (así lo dice la crónica).
El cargo que se les imputó después fue de "no haberse
quitado el sombrero en un servicio religioso." Se les juzgó y declaró
convictos. Como estuviese presente el gobernador Endicott, éste, en un arrebato
de ira, le reprochó a Clarke el que hubiese negado el bautismo de los niños.
Pero ése no era el asunto que se ventilaba. Luego añadió: "Sois dignos de
muerte, pero yo no quiero introducir en mi jurisdicción semejante
cachivache."
La pena que se les impuso fue una multa, o de lo contrario,
ser bien azotados. La multa de Crandall, que era forastero que estaba de
visita, fue de cinco libras esterlinas; la de Clarke, el pastor, fue de veinte,
y la de Holmes, que había sido congregacionalista y se había pasado a los
bautistas, fue de treinta libras, o sean ciento cincuenta pesos oro. Las multas
de Clarke y Grandall se las pagaron unos amigos. Holmes, en cambio, no quiso
que se la pagasen, sosteniendo que él no había hecho ningún mal; y así fue
azotado. La crónica dice que fue desnudado hasta la cintura y azotado hasta el
punto de correrle la sangre a lo largo del cuerpo, luego de las piernas, hasta
llenárseles los zapatos con ella. Añade la crónica que quedó tan maltrecho, que
le fue imposible acostarse, pues tenía el cuerpo tan dolorido, que no podía
soportar el contacto de la ropa de la cama. Y así, para poder dormir, se
apoyaba sobre las manos o los codos y las rodillas. Yo he leído todas las
crónicas relacionadas con este azotamiento y otras cosas, y hasta la propia
declaración de declaración de Holmes. Es difícil concebir nada más brutal que
eso. ¡Y tan luego aquí en América!
13.
Un tal Painter, por haber rehusado bautizar a su
hijito, expresar que en su opinión "el bautismo infantil era una práctica
anticristiana," fue amarrado y azotado. El gobernador Winthrop nos refiere
que Painter fue azotado "por haber desairado ese ordenamiento del
Señor."
14.
En la colonia donde era religión oficial el
presbiterianismo, los disidentes (bautistas y otros) parece que no lo pasaban
mejor que en la Colonia de la Bahía de Massachusetts, donde imperaba el
congregacionalismo como religión oficial.
En esta colonia había un poblado de bautistas, en el que
sólo había otras cinco familias pertenecientes a otra comunión. Los bautistas
reconocían las leyes bajo las cuales vivían, y las acataban, según lo refieren
las crónicas. Sucedió, pues, que las autoridades de la Colonia acordaron
construir una casa destinada al culto presbiteriano en el susodicho poblado
bautista. Para reunir fondos, se impuso un impuesto. Los bautistas reconocieron
autoridad a los presbiterianos para imponer este nuevo y extraordinario
impuesto; no obstante, se permitieron hacer la siguiente presentación a las
autoridades en contra del aludido impuesto, diciendo: "Apenas acabamos de
establecernos; y recién terminamos de construir nuestras pobres cabañas, y de
trazar nuestros jardincillos y de roturar nuestras parcelas para la siembra.
Parte de nuestros campos aún no han sido desmontados. Además, ya se nos han
impuesto contribuciones hasta el límite de nuestra capacidad, para erigir un
fuerte para protegernos de los indios. No nos es posible, de consiguiente,
pagar por ahora otros impuestos."
He aquí en sustancia el tenor de su alegato. Pero la
contribución se impuso; y como no fue posible pagarla entonces, se embargaron
los bienes de los pobladores, y se vendieron en subasta pública. Sus cabañas,
jardines, parcelas y hasta su cementerio, todo fue vendido en remate público.
Una propiedad valuada en trescientas sesenta y tres libras y cinco chelines,
fue vendida en treinta y cinco libras y diez chelines. Algunos de estos bienes
fueron comprados por el predicador que había de predicar en la capilla que se
proyectaba construir en aquel lugar. Huelga decir, que el poblado aquel quedó
arruinado.
Son tantas las leyes opresivas que se dictaron, que se
podría llenar un libro bastante voluminoso, como ser: actos de tribulación
terriblemente abusivos, así como duros procedimientos de diversa naturaleza,
dirigidos principalmente contra los bautistas. Pero en estas disertaciones no
se puede entrar en pormenores.
15.
La persecución
contra los bautistas fue grave y continuada en las colonias del Sur y en la
Carolina del Norte y del Sur y en Virginia especialmente, territorios donde la
Iglesia de Inglaterra predominaba. Los predicadores fueron no pocas veces multados
y encarcelados. Desde el inicio de la época colonial hasta el estallido de la
guerra de la Independencia, es decir, durante más de cien años, las
persecuciones contra los bautistas fueron incesantes.
16.
Daremos algunos ejemplos de las injusticias que los
bautistas de Virginia tuvieron que sufrir; y sin embargo, por extraño que
parezca, Virginia fue el lugar que en el país siguió a Rhode Island en adoptar
la libertad religiosa. Pero para eso habían de pasar todavía más de cien años.
Pero las injusticias, a causa de las cuales fueron
encarcelados de treinta predicadores en diferentes ocasiones, "se debieron
al hecho de haber los tales predicado el Evangelio del Hijo de Dios."
Jaime Ireland en un caso que sirve de ilustración. Fue preso. Una vez preso,
sus enemigos trataron de fulminarlo con pólvora. Como eso les fracasó,
procuraron asfixiarlo quemando azufre bajo las ventanas de la cárcel. Como esto
también les fallase, ensayaron de sobornar a un médico para que lo envenenase.
Pero todo les falló. Y así, él pudo seguir predicando a su pueblo desde las
ventanas de la cárcel. Entonces, sus enemigos levantaron una pared en torno a
la cárcel para que la gente no pudiera verlo a él ni él a ellos; pero aún esa
dificultad fue superada. Pues la gente, luego que se había reunido junto a la
cárcel, levantaba un pañuelo en un palo bastante largo como para que una vez
alzado él lo pudiese ver por sobre la pared, con lo que indicaban que estaban
allí para oírlo. Y así la predicación continuaba.
17.
Más tarde, fueron arrestados tres predicadores
bautistas: Luís y José Craig y Aarón Bledsoe, por la misma causa. Uno de ellos,
al menos, era pariente consanguíneo de R. E. B. Baylor, y probablemente de más
de un predicador bautista tejano. Estos predicadores fueron denunciados y procesados.
Un tal Patricio Henry, enterado de ello, no obstante vivir muy lejos y ser
anglicano, concurrió al proceso, haciendo un largo viaje de muchas leguas a
caballo, y se ofreció voluntariamente a defender a los acusados. Su defensa,
que fue magnífica, no me es posible describirla aquí. Con todo, diré que
arrebató al tribunal, con el resultado de que los predicadores fueron absueltos
y puestos en libertad.
18.
Fuera de Rhode Island, la libertad religiosa en otras
partes, se fue implantando lenta y paulatinamente. En Virginia, por ejemplo, se
promulgó una ley que permitía un solo
predicador bautista, nada más que uno, en todo el condado. Es más; sólo se le
permitía predicar una vez cada dos meses. Más tarde, se modificó la ley en el
sentido de permitirle predicar una vez por mes. Pero aún así, había de hacerlo
en determinado lugar del condado. Había, además, de predicar un solo sermón ese
día, y no hacerlo jamás de noche.
Se aprobaron, además, leyes que prohibían positivamente
cualquier obra misionera no sólo en Virginia, sino en otras colonias. Es por
eso que Judson fue el primer misionero que fue al extranjero, por no ser
permitido por las leyes hacer obra misionera en el propio país. De ahí que hubo
de pasar mucho tiempo y de librarse muchas y formidables batallas en la cámara
virginiana de Burgeses, para modificar radicalmente semejantes leyes.
19.
Es evidente que una de las mayores obstrucciones con
que tropezó la libertad religiosa en América y probablemente en todo el mundo,
fue la convicción que se había apoderado de la gente, a través de los siglos,
de que la religión no podía subsistir sin el apoyo del gobierno, que ninguna
denominación podía prosperar con las solas ofrendas voluntarias de sus adeptos.
Tal fue el contundente argumento en el debate sostenido en favor la separación
de la Iglesia anglicana en Virginia, y más tarde, el Congreso, cuando se
discutió en él la cuestión de la libertad religiosa. Esa batalla fue librada
durante mucho tiempo por los bautistas solos, sin la ayuda de nadie.
20.
Ya se ha dicho que la Colonia de Rhode Island se fundo
en 1638, pero que no obtuvo la autorización regia hasta 1663. Como ya se sabe,
fue ése el primer lugar donde se concedió la libertad religiosa. El segundo fue
Virginia, en 1786. Y el Congreso declaró en 1791, que la primera enmienda a la
constitución, que concede la libertad religiosa a todos los ciudadanos, estaba
en vigor. Ese privilegio, se debe, como todos reconocen, a los bautistas.
21.
Nos permitimos contar un incidente ocurrido en el
conngreso cuando se discutía si los Estados Unidos deberían tener una o más
confesiones religiosas o proclamar la libertad religiosa.
Fueron presentados varios proyectos. Uno recomendaba se
sostuviese a la Iglesia anglicana; otro, a la congregacionalista, y otro, a la
presbiteriana. Los bautistas, que ninguno de ellos formaba parte del Congreso,
sostenían ardientemente la absoluta libertad religiosa, Santiago Madison mas
tarde presidente de la república) era su principal apoyo, entonces se levantó
Patricio Henry y presentó un proyecto sustituyendo a todos los otros, según el
cual serían sostenidas cuatro Iglesias (o denominaciones) en lugar de una sola:
la anglicana, o episcopal, la congregacionalista, la presbiteriana y la
bautista.
Finalmente cuando vieron los demás congresales que eso no
constituiría una sola Iglesia, todos convinieron en aceptar lo propuesto por
Henry. Su proyecto establecía que todo contribuyente tendría derecho de
manifestar a cuál de estas cuatro denominaciones destinaba su dinero.
Pero los bautistas continuaron luchando contra todo eso,
sosteniendo que cualquier combinación entre la Iglesia y el Estado era
contraria a sus principios fundamentales; y que, de consiguiente, ellos no
podían aceptar ningún sostén, aunque fuese votado. Henry trató de persuadirlos,
alegando que trataba de ayudarlos (con su proyecto), ya que no podrían
subsistir sin la ayuda del Estado. Pero los bautistas siguieron oponiéndose.
Se procedió entonces a la votación, la que obtuvo la casi
totalidad de los sufragios. Pero el proyecto tenía que votarse tres veces.
Los bautistas, acaudillados por Madison y probablemente por
otros, continuaron luchando.
Se procedió luego a la segunda votación, la que también
resultó casi unánime, arrastrados como fueron los congresales por la magistral
elocuencia de Henry. Pero faltaba todavía la tercera votación. En esto parece
que Dios intervino. Henry fue elegido gobernador de Virginia y dejó el
Congreso, y así cuando se procedió a la tercera votación, privado de la
irresistible elocuencia de Henry, el proyecto fue rechazado.
Como puede verse, los bautistas estuvieron al borde de ser
una denominación sostenida por el Estado, a despecho de su más solemne y
categórica protesta. Y conste que no fue ésa la única oportunidad que los
bautistas han tenido de convertirse en denominación sostenida por el Estado,
pero es probable que ésa haya sido la que estuvo más cerca de serlo.
22.
No mucho después de esto, la Iglesia anglicana fue
completamente privada de todo sostén oficial.
Aunque algunos Estados que seguían todavía separados de la
Unión seguían sosteniendo a alguna Iglesia, el gobierno central nunca sostuvo a
ninguna. Pues en cuanto a los Estados Unidos, la iglesia fue completamente
separada del Estado. Cierto que en otras partes estos dos estuvieron unidos en
maridaje por espacio de mil quinientos años, a partir de 313. Pero cuando menos
aquí, los Estados Unidos, la libertad religiosa resucitó, para jamás volver a
morir. Y al presente, aunque en no pocos lugares lo hacen lentamente, se va
extendiendo gradualmente por todo el orbe habitado.
23.
Pero aun en los Estados Unidos mismos la idea de la
separación de la Iglesia y el Estado fue muriendo lentamente, puesto que
subsistió todavía en varios Estados separados, mucho tiempo después de haberse
consignado en la Constitución Federal la libertad religiosa.
Sin embargo, Massachusetts, donde dicha idea halló albergue
en América, como ya se ha expresado, la ha abandonado enteramente, después de
dos siglos y medio de haberla mantenido.
Utah es el último lugar donde se la ha dejado subsistir para
afear el rostro de la primera y más grande nación de la tierra que adoptó y
alimenta la "libertad religiosa." Recuérdese que no puede haber real
y absoluta libertad religiosa en una nación cuyo gobierno sostiene, en forma
privilegiada, a una denominación religiosa.
24.
Se han hecho muchas veces las siguientes preguntas
referentes a los bautistas: ¿Consentirían los bautistas en que su denominación
fuese declarada Iglesia oficial, dado el caso que una nación o Estado se
ofreciese espontáneamente a reconocerlos en ese carácter? Y en caso afirmativo,
¿perseguirían a los disidentes ellos, como lo hicieron los católicos, o los
episcopales, o los luteranos o los presbiterianos o los congregacionalistas?
Quizá no esté fuera de lugar el que consideremos brevemente semejantes
preguntas.
Comencemos, pues, por preguntarnos: ¿Han tenido los
bautistas, en efecto, semejante oportunidad? Sí que la tuvieron.
¿No cuenta, por ventura, la historia que en cierta ocasión
el rey de Holanda (en ese entonces Holanda comprendía Noruega, Suecia, Bélgica,
Holanda y Dinamarca) se sintió muy preocupado por la cuestión de tener una
religión oficial? Su reino por ese entonces estaba rodeado casi enteramente por
naciones o estados que tenían religión oficial, es decir, sostenida por el
gobierno.
Resultó, pues, que ese rey nombró una comisión para que
examinase los postulados de todas las Iglesias o denominaciones existentes, a
fin de ver cuál tenía más derecho a ser la Iglesia del Nuevo Testamento. La
comisión informó al soberano que los mejores representantes de las enseñanzas
del Nuevo Testamento eran los bautistas.
Entonces el rey se propuso hacer de los bautistas la Iglesia
o denominación oficial de su reino. Los bautistas le agradecieron de todo
corazón su ofrecimiento, pero no lo aceptaron, aduciendo como razón el que ello
era contrario a sus convicciones y principios fundamentales.
Pero esa no fue la única oportunidad que haya tenido su
denominación de llegar a ser la religión oficial de una nación.
En efecto, esa oportunidad la tuvieron también cuando se
fundó la Colonia de Rhode Island; y en cuanto a perseguir a otros, habría sido
imposible, si es que había de seguir siendo bautistas. Pues uno de los
artículos fundamentales de su fe es la libertad religiosa, de la cual fueron
ellos los primeros defensores; y no sólo de la libertad religiosa, sino de la
separación de la Iglesia y el Estado.
25. Tan fuerte ha sido siempre la convicción de los
bautistas tocante a la separación de la Iglesia y el Estado que, variablemente,
han desechado todas las ofertas de ayuda del estado. Al efecto, daremos dos
ejemplos: Uno ocurrió en Texas, otro en México.
Hace muchos años, en los primeros tiempos de la Universidad
de Baylor (que es bautista) cuando esta institución estaba todavía en su
infancia, el Estado de Texas le ofreció una ayuda económica, pero la
Universidad, aunque pasaba por
amentos difíciles, rehusó tal ayuda. En cambio, los metodistas tejanos, que
tenían en ese Estado una escuela de niños por ese mismo tiempo aceptaron la
ayuda del Estado. Huelgo decir, que esa escuela acabó por caer en poder del
Estado.
Cuanto al caso de México, he aquí como ocurrió: Era nuestro
misionero en aquel país W. D. Powell, quien produjo profunda impresión en el
gobernador de Coahuila, Sr. Madero, con sus trabajos misionales. Madero le
ofreció una fuerte suma a los bautistas, procedentes de las arcas fiscales,
para que estos estableciesen una buena escuela en el Estado de Coahuila. Powell
presentó el asunto a la Junta de Misiones en el extranjero. La Junta rehusó la
oferta por provenir del Estado.
Posteriormente, Madero dio una gran suma
de su peculio
personal, la que fue aceptada
construyéndose con ella el instituto Madero.
PALABRAS
FINALES
1.
Durante todos los períodos de la Edad Media o del
oscurantismo, hubo muchos cristianos y muchas Iglesias separadas
independientes, algunas de las cuales remontaban su origen hasta los tiempos
apostólicos, que nunca habían tenido relación una con la Iglesia Católica.
Tales cristianos e Iglesias siempre rechazaron y repudiaron completamente las
doctrinas católicas. Es éste un hecho perfectamente atestado por datos
históricos fidedignos.
2.
Estos cristianos fueron objeto perenne de enconada e
implacable persecución. Pues la historia demuestra que durante los doce siglos
más o menos que duró la Edad Media, comenzando con el año 426, hubo alrededor
de cincuenta millones de cristianos que sufrieron el martirio. En esa misma
forma, a manos de sus crueles perseguidores, murieron muchísimos millares más
en los siglos que precedieron y siguieron a la Edad Media.
3.
Durante esos tiempos tenebrosos, esos creyentes eran
designados con diferentes nombres, que les daban sus enemigos. Tales nombres se
les daban a veces a causa de algún notable y heroico jefe, y a veces por otros
motivos. A veces, sí, muchas veces, no obstante tratarse de las mismas
personas, se les daba distintos nombres en distintas localidades. Pero en medio
de tanta diversidad de nombres había uno especial, o más bien una designación,
que se adhería a algunos de estos cristianos a través de la Edad del
Oscurantismo; esa designación era: anabaptista. Con ese nombre compuesto, se
designó a ciertos cristianos que aparecen en la historia del siglo tercero.
Pero un hecho sugestivo es que eso sucedió a raíz del origen del bautismo
infantil; pero más sugestivo es aún el hecho de que esa designación estuvo en
uso antes que el nombre de católico. De todo esto resulta que el nombre de
"anabaptistas" es el término denominacional más antiguo de la
historia.
4.
Una sorprendente peculiaridad de estos cristianos fue,
y continuó siendo en los siglos subsiguientes, la de que rechazaron la
doctrina, de humana invención, del "bautismo infantil"; y así exigían
a todos los que, habiendo sido bautizados en la infancia, deseaban unirse a
ellos, se rebautizasen, aun cuando lo hubiesen sido por inmersión. Fue a causa
de esa peculiaridad que se les llamó "anabaptistas."
5.
Ese nombre especial se aplicó a muchos cristianos que
tenían otros apodos especialmente a
los donatistas, los paulicianos, los albigenses, los antiguos valdenses y
otros.
En los siglos subsiguientes, esta designación llegó a ser el
nombre que regularmente se dio a cada grupo en particular. Es decir, que se los
llamaba sencillamente "anabaptistas" eliminándose gradualmente todos
los demás nombres.
Muy a los comienzos del siglo dieciséis, antes de que se
originase la Iglesia luterana, la primera de todas las Iglesias protestantes,
la palabra "ana" comenzó a caer en desuso, siendo desde entonces
llamados sencillamente "bautistas."
6.
En "los siglos del oscurantismo" hubo un
grupo de las Iglesias que en ninguna manera se identificaron jamás con
católicos. De esos mismos "siglos de oscurantismo" salió un grupo de
muchas Iglesias que, a semejanza de las anteriores, tampoco se habían
identificado jamás con los católicos.
A continuación, consignamos algunas
de las doctrinas
elementales sostenidas por ellos, durante la Edad Media y al salir de ella.
Esas mismas doctrinas son las que ahora sostienen:
DOCTRINAS
FUNDAMENTALES
1.
Una Iglesia espiritual, que tiene a Cristo por su
fundador, su cabeza y legislador.
2.
Sus ordenanzas son únicamente dos: el Bautismo y la
Cena del Señor. Estas ordenanzas son meramente simbólicas; no salvan.
3.
Sus ministros son dos, no más: obispos o pastores, y
diáconos. Estos son servidores de la Iglesia.
4.
Su gobierno es una pura democracia, y eso de carácter
ejecutivo; jamás legislativo.
5.
Sus leyes y doctrinas, el Nuevo Testamento y nada más
que él.
6.
Sus miembros, los creyentes únicamente, salvos por
gracia, no por obras, mediante el poder regenerador del Espíritu Santo.
7.
Sus requisitos: los creyentes ingresan a la Iglesia
mediante el bautismo, que debe administrarse por inmersión; luego deben prestar
obediencia y lealtad a todos los mandamientos del Nuevo Testamento.
8.
Las varias Iglesias, aunque separadas e independientes
en la práctica de sus leyes y disciplina y en sus responsabilidades para con
Dios, deben cooperar unas con otras.
9.
Completa separación de la Iglesia y el Estado.
10. Absoluta
libertad religiosa para todo el mundo.
